LETONIA 1953

Iniciado por GAE_Balker, 20 de Febrero de 2011, 01:38:12 PM

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GAE_Balker

#15
Libau, Letonia Libre. 10 de abril de 1953.-

El Jefe de Operaciones del GAE, el TN Castor, miraba con curiosidad como el joven infante de marina que tenía sentado enfrente terminaba su sopa de papas sin haber levantado la cabeza del plato. El oficial tendría poco más de 25 años, calculó Castor, pero sus facciones cansadas lo hacían ver más viejo de lo que era.

- ¿Cómo dijo que se llama?

- Peralta. Teniente Peralta. Soy observador militar. Me trajeron para seguir las actividades de los Hermanos del Bosque.

Castor le ofreció una tasa de café instantáneo y una barra de chocolate en tasa. El joven aceptó todo con una mueca de sonrisa.

- ¿Cuál es su problema?

- Necesito una comunicación directa con Buenos Aires. Por eso vine a visitarlos. Lo que vengo a pedirles no puedo hacerlo entre los Lituanos - El infante permaneció callado unos instantes, dubitativo, y continuó - Quiero el relevo. No quiero estar ni un minuto más en este país.

El Jefe de Operaciones del GAE se rascó la barba incipiente y siguió mirándolo a los ojos.

- ¿Qué está pasando?- quiso saber.

Peralta sonrió, se recostó en la silla de madera que ocupaba y respondió.

- ¿Quiere saber qué pasa? Bien, le diré: todo se está viniendo abajo. Acabamos de perder casi medio territorio en la última ofensiva soviética. Los lituanos no quieren reconocer que en breve van a ser derrotados pero al mismo tiempo parecen estar en una competencia para saber quién va a matar a más prisioneros rusos en el tiempo que les queda. - se interrumpió, vació su vaso de vino y continuó - Y lo peor de todo es que cada vez me miran con más desconfianza.

- ¿Lo culpan?  ¿Qué tiene que ver usted? - se sorprendió Castor.

- Se supone que soy quien informa a occidente de las actividades y las necesidades de los guerrilleros. Cada cosa que no consiguen, cada vez que falla un reabastecimiento...cada error que ellos mismo cometen, me miran como si hubiera sido mi culpa. La verdad es que no quiero estar acá cuando Ivan entre defilando.

El TN volvió a llenar la copa del muchacho, que esperó hasta que el líquido llegara al borde para volver a vaciarla.

- ¿Qué pasa con el abastecimiento? - quiso saber el infante - ¡No nos ha llegado ni la mitad de las cosas que Londres estuvo prometiendo!

Castor señaló una gruesa columna de humo que podía verse desde la ventana del comedor:

- Eso es todo lo que queda de un buque petrolero hundido por submarinos rusos a 10 millas del puerto. Por otra parte, a nosotros nos prometieron radares para cubrir todo el espacio aéreo y tampoco han cumplido.

Con estas últimas palabras, el infante pareció perder toda esperanza. Hundió la cabeza entre los hombros y largó un suspiro interminable, como si se estuviera desinflando. Castor no pudo dejar de sentir lástima por el muchacho.

- Vea, lo máximo que puedo ofrecerle ahora es una cama en la que podrá descansar entre compatriotas. Sin una orden por escrito no puedo sacarlo de acá. Lo que sí le aseguro es que voy a transmitir su pedido.

Dicho ésto, Peralta agradeció y se despidió con un apretón de manos.

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INFORME DE INTELIGENCIA - 18 de Abril de 1953.-

- Gran Bretaña acaba de instalar en la base de Libau un radar de control aéreo que abarca todo el territorio de Letonia. Está operativo, pero por el momento no han llegado repuestos.

- La Fuerza Aérea Soviética retiró momentáneamente sus MIG-17. Si bien han causado estragos entre nuestras filas, también sufrieron numerosas bajas. Hasta la llegada de nuevos refuerzos, el enemigo seguirá operando con sus MIG-15.

- Sigue vigente la prohibición de usar Sabres. Mientras tanto, se espera la llegada de nuevos misíles AA para continuar los testeos.

- Según los últimos análisis de las comunicaciones soviéticas, el enemigo está operando en la zona con dos submarinos Clase Whiskey.

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En algún lugar de la Letonia Libre - 26 de abril de 1953.-

Las guaridas subterráneas de los Hermanos del Bosque se habían convertido en verdaderas cámaras de torturas. A un metro bajo tierra, el frío era intolerable y la respiración de los ocupantes generaba una fina capa de escarcha sobre todas las superficies. Como los intentos por calefaccionar los refugios se habían abandonado para evitar columnas de humo delatoras, lo único que quedaba por hacer era abrigarse bien y reducir las estadías a lo mínimo indispensable. Obviamente, la moral de quienes se veían obligados a vivir en esas condiciones estaba por el suelo.

Peralta juntó fuerzas, se acomodó la frazada que llevaba sobre los hombros y caminó hasta sentarse junto a Jonas Vytautas. El líder guerrillero no dio signos de advertirlo. Siguió con la mirada clavada en la pared del refugio, perdido en sus pensamientos, mientras sostenía una rebanada de queso que había quedado a medio camino de su boca.

- Jonas - susurró el infante argentino. El letón se sobresaltó y volvió a la realidad con una sonrisa.

- Perdón - se excusó - Estaba pensando en mis próximas vacaciones en Siberia...

Peralta también sonrió, pero aquella ocurrencia no tenía nada de gracia. Ya todos sabían que la ofensiva soviética se había revitalizado y que el Kremlin esperaba tener solucionado el "problema letón" en las siguientes dos semanas.

Dos semanas. Quince días. Eso era todo lo que le quedaba a la gran mayoría que se había levantado contra el "oso rojo".

- Sinceramente, ustedes nos han decepcionado - dijo el guerrillero - ¿Dónde están los refuerzos? ¿Por qué desaprovecharon una oportunidad semejante de hacer retroceder a los rusos en Europa?

Peralta no respondió. Era inutil intentar hacerle abrir los ojos a alguien que no quería ver. El destino de Letonia no valía una guerra nuclear. Su presencia en aquel lugar y los combates heróicos del GAE eran sólo parte de un gran juego de ajedréz que distaba mucho de estar resuelto.

El infante argentino apoyó las manos sobre la mesa. La madera helada y húmeda se las rechazó de inmediato. ¡Cómo odiaba aquel lugar! Cuando levantó la vista, sus ojos se cruzaron con los del líder guerrillero:

- Me pregunto qué harás cuando llegue "Ivan"... - dijo Vytautas con otra sonrisa forzada - ¿Marcharás junto a nosotros o es que ya arreglaste con los rojos alguna salida "honrosa"? ¿Tendrás cosas para contar que le interesen a los comunistas? - terminó entrecerrando los ojos.

Peralta sintió que la sangre se le helaba más que la silla en la que estaba sentado. Se levantó y abandonó la sala.

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INFORME DE INTELIGENCIA - 1 de Mayo de 1953.-

- Quedan 7 Sabres operativos. Las directivas para su empleo siguen siendo las mismas.

- Los soviéticos acaban de perder dos submarinos nucleares en aguas Finlandesas. Helsinki elevó una protesta ante la ONU por las acciones militares realizadas en su territorio. La URSS no hizo comentarios sobre este incidente.

- El kremlin no está dispuesto a perder más tiempo en solucionar "el problema letón". Hasta el momento las pérdidas están totalmente fuera de proporción para lo que era considerada una "acción policíaca" contra unidades insurgentes. De acuerdo al último informe, los soviéticos han perdido 128 tanques, 25 unidades navales de todo tipo, más de 45 aviones y cerca de 350 vehículos y piezas antiaéreas. Moscú relevó al comandante de las operaciones militares en Letonia y exigió el control inmediato de todo el territorio en disputa.

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INFORME DE INTELIGENCIA - 10 de Mayo de 1953.-

Finalmente, el pueblo letón comprendió que las potencias occidentales no desembarcarán en su territorio para hacer frente y detener a los soviéticos. Esta certeza socavó el ánimo de todos los guerrilleros, provocando una estampida descontrolada hacia el interior de los bosques. Sin una resistencia organizada, las unidades de infantería rusas recuperaron el terreno perdido y sólo se frenaron a pocos kilómetros de Libau y Windau.
En pocas horas más, la marea roja volverá a sembrar el terror en todo el país, poniendo fin a las esperanzas de libertad de las naciones bálticas.


Bosque de Hasenpoth - 10 de mayo de 1953.-

A pesar el frío reinante, Peralta sentía que sus pulmones se estaban quemando. Agitado, con el corazón a punto de explotar, debía seguir corriendo si quería escapar de un equipo de Spetsnaz GRU que estaba a punto de alcanzarlo.

Pocos minutos antes, la tranquilidad de un almuerzo había desaparecido cuando fuerzas especiales soviéticas atacaron con granadas su escondite. Por suerte, el infante argentino y un par de guerrilleros lograron escapar por una de las salidas de emergencia, pero eso no duró demasiado. Segundos después empezaron a escucharse los primeros disparos y luego, la carrera por sus vidas.

Una nueva ráfaga de un AK-47 impactó en las ramas de un pino, a pocos centímetros de la cabeza de Peralta. El infante se zambulló en la nieve y tuvo la seguridad de que todo había terminado. En instantes lo tomarían prisionero y pasaría a engrosar la lista de los agentes desaparecidos tras la cortina de hierro. Sin embargo, como saben todos los veteranos, la suerte llega a veces en el momento menos esperado: veinte metros a su derecha, uno de los letones que escapaba con él levantó su fusíl y disparó contra sus perseguidores. Ese breve instante de confusión fue todo lo que necesitaba el argentino. Se levantó, cambió la dirección de sus pasos y siguió corriendo manteniéndo una línea de pinos a su espalda. La maniobra pareció funcionar. Minutos más tarde, con el tiroteo cada vez más lejos, y la nieve más profunda, Peralta colapsó por el cansancio y cayó de cara en el manto blanco.

No pudo determinar cuánto tiempo quedó en esa posición hasta que una voz conocida lo volvió a la realidad:

- No te muevas - dijo Vytautas en un susurro.

Peralta volteó la cabeza y encontró al guerrillero a un par de metros atrás suyo, también cuerpo a tierra. Evidentemente lo había seguido durante toda la carrera.

El tiempo transcurrió sin nuevas señales de los soviéticos. Ambos se ocultaron detrás de un tronco y esperaron hasta terminar de recuperar el aliento.

- ¿Qué vamos a hacer ahora? - quiso saber Peralta.

Por unos instantes Vytautas no emitió palabra mientras chequeaba su fusíl MP44. Luego respondió sin levantar la mirada.

- Trataré de llegar a Libau. Va a ser difícil, pero prefiero perderme en la ciudad que probar suerte en otros refugios.

El infante pensó en el recorrido que tendrían por delante. Serían cuarenta kilómetros, siempre amenazados por los rusos. Lo único bueno era que en aquella ciudad estaba la gente del GAE. Una vez con ellos estaría a salvo.

- Ok - dijo Peralta mientras se incorporaba - empecemos entonces.

El guerrillero lo imitó pero no avanzó ni un paso. Aspiró hondo y lo miró directo a los ojos.

- Yo sigo, vos no.

Peralta se dio cuenta que Vytautas lo apuntaba con su fusíl.

- Lo siento - dijo el guerrillero - es muy probable con nos atrapen. Puedo confiar en que no voy a decir nada ni aún bajo tortura. Pero no puedo correr el riesgo con vos. No es nada personal.

El infante vio en cámara lenta como el letón se disponía a asesinarlo.

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Quien diga que no conoce el miedo está mintiendo. Como emoción humana, acecha en el corazón de todos los hombres, valientes y cobardes por igual. Lo que diferencia a unos de otros es la forma de enfrentarlo. Mientras un alma débil se deja dominar por el terror, los hombres de sangre fría lo mantienen controlado mientras evalúan sus posibilidades. El teniente Peralta era uno de estos últimos. Como militar profesional, sabía que sus chances de sobrevivir eran pocas. Pero no por eso se iba a dar por vencido.

Vytautas estaba a sólo un metro de distancia y lo apuntaba displicentemente con su fusíl MP 44. No había margen de error y cualquier intento por apartar el tubo cañón llegaría tarde. El argentino sabía de casos de sobrevivencia extrema, en los que un hombre, apuntado a corta distancia, había logrado sobrevivir corriendo en zig zag. Pero la nieve planteaba una dificultad a la que no se habían enfrentado esos afortunados.
¿Qué hacer entonces?

- Jonas... - susurró Peralta. Y por un instante se sintió avergonzado de que aquello pudiera interpretarse como una súplica.

El guerrillero, sorprendido, se detuvo un instante, pero no vaciló.

Un potente estampido resonó en el bosque, rebotando de pino en pino. Sin embargo, los dos hombres continuaron mirándose a los ojos. ¿Así es morir?, se preguntó Peralta.

Vytautas pestaneó primero una, luego dos veces. Un hilo de sangre bajó por su frente. Cerró los ojos y no los volvió a abrir.  Cayó de espaldas y se hundió en la nieve recién caída.

Peralta, sin entender el giro del destino, miró a su izquierda: a treinta metros, apenas asomado detrás de un tronco, pudo ver a uno de los comandos soviéticos que se aprestaba a disparar nuevamente. Esa era la oportunidad que había esperado el infante argentino. Sin perder un segundo, se dio vuelta y empezó a correr como había imaginado antes. Mientras escuchaba silvar los disparos, continuó adentrándose en el bosque. Si lograba mantener un rumbo sudoeste aproximado, podría llegar al primer poblado. Una vez allí, cualquier civil lo ocultaría hasta poder comunicarse con Libau y la comandancia del GAE. La llave a la libertad estaba al alcance de la mano.

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#21
Londres, 15 de mayo de 1953. 03:00 AM.-

La oscuridad era casi total en uno de los muelles de la Royal Navy. Todas las luces innecesarias se habían apagado y el cielo cubierto no ayudaba a mejorar la visual. Algunos susurros delataban la presencia de los trabajadores portuarios, que veían acercarse la mole de un portaaviones: el ARA Independencia regresaba de incognito a su base.

A mi derecha, el Agregado Naval argentino en Inglaterra. A mi izquierda, un agente del Servicio Secreto de Su Majestad sólo identificado como "James".

Trato de distinguir algo del V1, pero lo único que percibo es una gran sombra arrastrada por los remolcadores. De pronto, las defensas crujen indicando que la nave llegó a la posición indicada. Eso fue todo. El puerto no recibió al guerrero con sus sirenas ni hubo familiares agitando banderas en el muelle.

El Agregado Naval se acercó a la planchada y yo quedé sólo con James, que empezó a llenar algunos formularios.

- Han hecho un gran trabajo - dijo el hombre sin levantar la vista de lo que escribía - Los rusos tuvieron que librar una verdadera guerra para recuperar Letonia. Perdieron más de 180 blindados de todo tipo. Alrededor de 60 aviones, muchos de ellos reactores. Sin duda le han dado un buen golpe al prestigio militar soviético.

Yo asentí con una sonrisa falsa. Pensaba en las bajas que habíamos sufrido y sentía culpa por no haber estado en el frente todo lo que hubiera querido.

- ¿Qué sucede en estos momentos en Letonia? - quise saber.

El inglés me miró intrigado, como si aquello no tuviera relevancia. Tras unos segundos contestó:

- Bueno, sabemos que hay detenciones masivas. Si los rojos siguen deportando gente a este ritmo, en breve, Siberia va a tener más letones que siberianos.

El grueso del escuadrón empezó a descender y yo me uní a los saludos. Todos los pilotos se veían más serios de lo que los había dejado. Pero un hombre en particular llamó mi atención: un jóven teniente infante de marina. Escuchó mi bienvenida con la mirada perdida. Quise saber si se sentía bien, pero no me respondió. Se apartó unos pasos, metió las manos en los bolsillos de su abrigo y se perdió entre las sombras.

FIN

GAE_Balker

Killboard de la campaña:



Felicitaciones al TN Castor por ser el mejor cazador y al TC Gaucho por ser el mejor ataquista.