EMERGENCIA EN INDONESIA.-

Iniciado por GAE_Balker, 05 de Agosto de 2013, 11:56:11 PM

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#1
YAKARTA, INDONESIA - 24 de Agosto de 1955.-

El Teniente Carlos Peralta terminó su desayuno y paseó la mirada por el comedor del hotel. A primera vista, él no se diferenciaba de las personas que lo rodeaban: la mayoría vestía trajes livianos y nadie hablaba; lo único que se escuchaba era el tintineo de vasos y cucharitas. Sin embargo, era muy probable que alguna de las personas que estaban allí fuera algo más que un simple pasajero; al fin de cuentas, él no lo era.

Peralta miró su reloj pulsera. Faltaban dos minutos para las 7 de la mañana. Terminó de un trago su jugo de naranja y con un disimulado buche borró el último vestigio del sabor a dentífrico. Una mirada más al lugar y salió del hotel. En el exterior, el calor del verano indonesio lo recibió con un abrazo de oso.

- ¿Mr. Peralta? - preguntó un taxista. El teniente asintió, entró al auto y se dejó llevar.

Mientras dejaba atrás la belleza occidental del hotel y se adentraba en la realidad del país, el joven infante de marina se vio asaltado otra vez por las dudas. ¿Cuánto había pasado desde su último trabajo de campo? ¿Más de dos años? ¿Acaso había olvidado por completo las penurias que había vivido en Letonia? (Ver LETONIA 1953)

No. No lo había olvidado. Sucedía que el tiempo había hecho su trabajo: las experiencias dolorosas fueron perdido la carga emotiva y la muerte y destrucción que presenció terminaron convirtiéndose en escenografía de su aventura. La única aventura que había vivido. Y ahora quería más.

Luego de algunos minutos, el auto se detuvo frente a la embajada argentina. Entró al edificio y luego de las identificaciones de rigor, fue conducido hasta una sala bien iluminada.

- El Sr. embajador lo está esperando - dijo la secretaria al tiempo que abría la puerta del despacho. En el interior, Alejandro Díaz Ibarlucea, un hombre de unos 50 años, lo observaba de pie frente a un gran escritorio. Luego del saludo, se sentaron.

- He leído su legajo - dijo el embajador - ¿Es verdad que usted se ofreció voluntario para esta misión?.

Peralta asintió con una mueca que pretendía ser una sonrisa. Esa pregunta ya se había hecho recurrente y ya no encontraba para nada gracioso que lo consideraran loco.

- Bien, allá usted. Vayamos al grano - retomó el diplomático - Hace dos años, los pilotos del GAE estuvieron en estas tierras (Ver MAR DE JAVA). Hicieron un buen trabajo pero los problemas no se terminaron. Como sabrá,  el presidente Sukarno se ha mantenido en el poder caminando por una cornisa: de un lado están los rojos y del otro los yanquis. Esto no puede mantenerse mucho tiempo más. Tarde o temprano, él deberá decidir si le gusta el vodka o prefiere el whisky. Mientras tanto, el Partido Comunista de Indonesia sigue activo y las bombas del GAE no les quitaron sus ansias de poder. Han formado un ejército clandestino en pleno corazón de la selva de Sumatra. Tienen armas livianas, pero son muy aguerridos. Según la CIA, deben ser unos siete mil guerrilleros - Díaz Ibarlucea encendió un cigarrillo, dio una gran bocanada y le añadió suspenso al diálogo.

- ¿Qué dice el presidente Sukarno sobre la amenaza del PCI? - quiso saber Peralta.

- Oficialmente, nada. Frente a un micrófono, cualquiera pensaría que no sabe qué es el Partido Comunista de Indonesia. Los deja actuar. Pero tras esa fachada, habla con la CIA todos los días - El embajador volvió a hacer brillar la brasa de su cigarrillo, se rascó la frente con un pulgar y soltó el humo con una exclamación - ¡Este hombre es un farsante! Debería conocerlo. En fin, sobre qué es lo que Sukarno habla con la CIA, usted se enterará en la misma embajada de los Estados Unidos. Mientras tanto, disfrute la comida del lugar. El nasi goreng no es malo. ¡Bienvenido a Indonesia!



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#2
YAKARTA, INDONESIA - 25 de Agosto de 1955.-
EMBAJADA DE LOS ESTADOS UNIDOS


El aire acondicionado del microcine se había descompuesto y las veinte personas que estábamos reunidas allí sudábamos como animales. Para hacer más llevadera la situación, un par de camareros, con songkoks y uniformes blancos, iban y venían con bebidas frías. Charrúa había sugerido dejar la puerta de ingreso abierta pero un tipo alto, rapado y con uniforme de marine no estuvo de acuerdo. Luego de unos quince minutos de espera en ese horno, hizo su entrada Robert Grainger Ker Thompson, el experto en lucha contrainsurgente. Observó a todos los presentes con un gesto de estudiada flema inglesa, y empezó:

- ¿Cuál es la misión que nos trae a este país? - quiso saber.

- ¡Evitar que Indonesia se convierta al comunismo! - respondió alguien de la primera fila.

- ¿Y cómo vamos a lograr eso? - volvió a preguntar el inglés.

- ¡Borrando del mapa a los guerrilleros del Partido Comunista de Indonesia! - gritó alguien desde el fondo que fue celebrado con una catarata de aplausos.

El orador esperó con paciencia que todos hicieran silencio y contestó:

- Error. Esta no es una guerra convencional, caballeros. Aquí no importan los pueblos o las ciudades capturadas. O si cada día presentamos decenas de cuerpos de enemigos muertos. Si seguimos ese camino, la paciencia asiática terminará por derrotarnos. En este tipo de guerra sólo hay un objetivo: el corazón del pueblo.

El silencio se hizo más profundo. Incluso incómodo. Thompson pareció disfrutar haber ganado la atención de todos de forma tan categórica. Se tomó unos segundos y continuó:

- Tenemos que ganarnos a los campesinos. Los guerrilleros los usan como fuente de reclutas, alimentos y refugio. Si mediante buenas acciones demostramos que el Partido Comunista de Indonesia (PCI) es el verdadero enemigo, que nada tienen que temer de nosotros, habremos negado al adversario su principal sustento. Otra característica de este tipo de conflictos es la necesidad de operar con unidades menores. Movilidad y agresividad. Grandes unidades poco ágiles sólo sirven para cederle terreno a los insurgentes. La respuesta son patrullas agresivas, emboscadas, golpes de mano y puestos de control...

Thompson siguió hablando por media hora más. Durante toda su exposición, Charrúa y yo dejamos de prestar atención al calor para centrarnos en la naturaleza de las acciones en las que íbamos a participar en las siguientes semanas.

Si, aunque nuestras máquinas todavía descansaran en el hangar del ARA Independencia, el GAE estaba en marcha de nuevo.  

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#3
INDONESIA - Pista de Lembak - 03 de Septiembre de 1955.-

La humedad y el calor transformaban el aire en una melaza que dificultaba los movimientos. La ropa estaba siempre mojada y el roce con la piel provocaba una irritación que podía derivar en llagas y luego en infección. Esa era una amenaza tan real como el enemigo y no menor que los mosquitos, que podían transmitirnos cualquier enfermedad tropical. De hecho, habíamos cerrado la carpa para escapar de los insectos, lo que hacía que el interior fuese un baño turco.

El teniente Peralta se secó la transpiración y señaló el mapa:

- Aquí es donde fue la emboscada de los guerrilleros al tren de carga (Ver INDONESIA 1) . Y aquí encontramos las lanchas que usaron para transportar parte del personal y material utilizado - el oficial volvió a secarse la frente y bebió un trago de su cantimplora - Sin duda les dimos su merecido, pero lo que descubrimos fue sólo la punta del iceberg.

El infante de marina llevó su dedo índice más al sur y volvió a señalar otro punto en el mapa.

- Aquí, en BA25, está escondido lo mejor: uno de nuestros equipos encontró un campamento enemigo en el que se refugiaron los guerrilleros sobrevivientes del último combate. Estamos hablando de instalaciones que ocupan unos 300 metros cuadrados. Carpas, municiones, víveres, etc, etc. El sector ya fue marcado por el sistema OBOE y necesitamos que ustedes se hagan cargo.

Ceteu se quitó los lentes y se acercó al mapa:

- Ok. Lo primero que tenemos que hacer es ir directo ahí. Sólo nos quedan bombas de 500 Lbs, pero si volamos formados como para saturar la zona, en una pasada los podemos barrer.

- Pero todavía hay más - continuó Peralta - nuestros hombres, los que detectaron el campamento, se han retirado más al sur y ahora están en uno de los claros de BA25. Necesitan ser evacuados del lugar.

- No se preocupe Teniente - dije mientras también me acercaba al mapa - Una vez hecha la pasada sobre el campamento enemigo, en la siguiente salida procederemos a rescatar a su gente. Necesitaremos un C47 para levantarlos y escolta que se haga cargo de posible AAA o infantería enemiga.

- El tiempo va a seguir igual - dijo el teniente Popeye mientras hojeaba el pronostico meteorológico - nublado sin lluvias.

- Muy bien, muchachos. Dos tareas bien claras: primero bombardeamos el campamento. Luego volvemos y salimos al rescate. ¿De acuerdo? Y si alguien se quedó con ganas, podrá hacer una tercer salida para terminar lo que haya quedado en el primer blanco.

Todos asintieron. Una nueva misión había empezado.

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INDONESIA - Pista de Lembak - 11 de Septiembre de 1955.-

Las fotografías del último reconocimiento aéreo estaban esparcidas sobre la mesa. Peralta y nosotros nos las íbamos pasando mientras intercambiábamos impresiones.

- Bien - empezó el infante de marina - Ganamos nuestra primera batalla en Indonesia. Lo que comenzó como una emboscada a un tren de carga derivó en diferentes acciones que dejaron como resultado alrededor de 70 guerrilleros del PCI muertos, un campamento barrido del mapa y algunas barcazas hundidas.

Hubo varios comentarios de aprobación. El Teniente Pepper abrió una botella de whisky Vat 69 y empezó a convidarnos.

- Por lo que dice la CIA - continuó Peralta - éste no fue un ataque cualquiera. Los guerrilleros usaron bastante personal en una zona relativamente cercana a la ciudad de Palembang. El sólo hecho que asuman esos riesgos no es un buen indicio.

Volví a mirar las fotografías. Los cuerpos de los enemigos estaban uniformados y tenían buen equipo personal. Y las armas que usaban eran tan buenas como las del ejército indonesio.

- ¿Qué les impide lanzarse a tomar el poder? - quise saber.

Peralta prendió un cigarrillo y contestó pensativo:

- Quizás están esperando el momento justo... y eso puede ocurrir muy pronto - se rascó la barbilla y luego de algunos segundos, se separó del grupo para abrir las cenefas de la carpa - Inteligencia quiere prisioneros. Si logramos capturar a algún guerrillero de jerarquía podríamos anticiparnos a sus planes.



Lembak (BC30), base principal del GAE en Indonesia.
 

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#5
INDONESIA - Embajada Argentina - 19 de septiembre de 1955.-

Habíamos ignorado el primer llamado excusándonos por las exigencias de las operaciones, pero cuando llegó el segundo Mensaje Naval ya no había otra opción. Charrúa, Pepper, Popeye y yo volamos a Yakarta en un C47 y nos subimos a los dos autos particulares que nos habían enviado. El viaje hasta la embajada fue silencioso. Una vez en el edificio, nos llevaron prontamente al despacho de Alejandro Díaz Ibarlucea, máximo diplomático argentino en el Teatro de Operaciones.

- ¿Qué sucedió en Palembang? - preguntó el funcionario sin apartar sus ojos de los papeles.

- Capturamos a un oficial importante del PCI que ya está dando información muy valiosa. La misión fue exitosa - mi respuesta fue automática. Obviamente, ya sabía el motivo del llamado (Ver INDONESIA 3).

Esta vez, Díaz Ibarlucea nos miró y de sus ojos parecieron brotar llamas:

- ¿Una misión exitosa dice usted? Por lo que tengo entendido debían llegar a la ciudad y capturar el objetivo sin llamar la atención. ¿Quiere que le cuente qué sucedió en cambio? Entraron a sangre y fuego dejando a más de veinte guerrilleros tendidos en la calle. En los dos kilómetros recorridos, generaron un combate a cohetazos, ametralladoras pesadas, estrellaron tres helicópteros, un Texan y como cereza del postre, desencadenaron una lluvia de proyectiles de artillería en medio de la población civil. ¿Eso es una misión exitosa?

En un momento pensé que todos ibamos a explotar, pero me apuré a contestar yo para manejar el tono de nuestra respuesta:

- Inteligencia falló en su evaluación. Hubo resistencia armada incluso antes de llegar a Palembang. Le puedo asegurar que el fuego de artillería no fue propio y desconozco de donde provino. Nuestras bajas fueron producto del combate y el prisionero capturado está brindando tanta información que hace que la operación haya valido la pena.

- ¡Sukarno pide la cabeza de los que participaron en esta locura! ¡Quiere que se le devuelva al prisionero! ¿Se dan cuenta que todo esto lo obliga a ponerse del lado del PCI? Acaba de haber un combate en plena capital de Sumatra. ¡No puede quedarse callado y dejarlo pasar! - El embajador se secó el sudor y golpeó el escritorio con su puño - ¿Qué debo decirle?

-Si me permite, Señor embajador, puede decirle a Sukarno que tome a su gobierno y a ese sombrerito ridículo que tiene y se lo ponga derecho por el culo. Con todo respeto. - el que había hablado fue Pepper. Nadie abrió la boca por varios segundos. Alternativamente, todos miramos a Pepper, luego al embajador (que había quedado con los ojos tan redondos como el dos de oro) y luego a Pepper otra vez. Alguien debía romper ese transe:

- Sr. embajador -dije recuperando el aliento - Ningún miembro del GAE se va a entregar a Sukarno. Nadie. Si el Sr. Sukarno quiere seguir adelante con ésto, ninguno de mis pilotos va a seguir arriesgando su vida por un país que decide entregarse a los rojos. Al fin de cuentas todo ésto no es problema nuestro. Por último, reconocemos su autoridad como representante del gobierno argentino en Indonesia, pero usted no está a cargo de las operaciones militares. Y si quiere colaborar en algo, le sugiero que le diga a la gente de la CIA que aporte mejor información para la próxima operación.

Charrúa miró el reloj y Popeye se colocó la gorra, todo con un gesto ampuloso para demostrar que la conversación había terminado. Ya en el exterior, encendimos unos cigarrillos y nos pusimos a esperar un taxi. Era evidente que los autos oficiales ya no estaban a nuestra disposición.

Charrúa miró a Pepper y le preguntó tranquilamente, casi separando sus palabras en sílabas:

- ¿Qué tomaste antes de venir acá?

- No importa - dijo Pope - Fue lo más sensato que le escuché decir desde que lo conozco...

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#6
INDONESIA - Lembak - 21 de Septiembre de 1955.-

Luego de la última misión, necesitábamos salir a distraernos. Nos pusimos ropa civil, pasamos a buscar al teniente Peralta y abandonamos la base con la idea de una buena cena. Claro que el modesto pueblo de Lembak no contaba con suntuosos restaurantes, pero nosotros tampoco los necesitábamos. Así que ni bien llegamos a la calle principal aplicamos la misma táctica que usamos en cada país que visitamos: Pepper toma la delantera y nos dejamos llevar por su olfato.

Después de unos minutos, encontramos un típico comedero o "Padang", como los llaman en Indonesia. Ocupamos una mesa y, poco después, ésta quedó cubierta por gran cantidad de platos. En estos lugares uno ni necesita mirar la carta, come lo que le sirven. Armados con cucharas y tenedores, atacamos generosas porciones de Pecel, Nasi uduk, Satay de cerdo y pollo y Pempek. Todo acompañado de cerveza helada y Arrak. Cuando el estómago estuvo lleno, nos recostamos en nuestros asientos, encendimos cigarrillos y empezamos a charlar.

- Estuve leyendo el informe de la última misión que hicieron (Ver INDONESIA 4) - dijo el infante de marina disimulando un eructo - Con toda seguridad, los campamentos base que el enemigo tiene en las regiones de Bankoelen y Ooesthaven se encuentran muy cerca de las baterías SAM que encontraron.

- Si, el problema es saber precisamente dónde están - agregó Cuervo mientras volvía a llenar su vaso.

Peralta se rascó la oreja como hacía siempre que dudaba en decir algo, le dio una nueva pitada a su cigarrillo y se decidió:

- Ese no es un problema. La verdad es que ya estoy cansado de tener las botas limpias.

Todos nos quedamos helados. ¿Acaso él quería meterse en la jungla para encontrarlos?

- Miren, no es algo tan difícil - continuó - Me llevan en un C47 a unos 10 Km de las baterías SAM. Salto y ya en tierra empiezo la búsqueda.

Ceteu se aclaró la garganta, apoyó el vaso de cerveza en la mesa e intervino:

- Este...yo no me voy a subir a un C47 para pasearme a diez kilómetros de una batería SAM...no sé ustedes...

- Si, está claro que no podemos hacer eso - coincidí - A no ser que...

- A no ser que antes eliminemos la amenaza de los SAM - sentenció Charrúa.

"Bailar" con los misiles no es algo precisamente divertido y veníamos de hacerlo en la misión anterior. Hay que volar derecho hacia la baterías enemigas y esperar a ser detectados. Luego se debe variar el rumbo para darle el flanco a la amenaza...hasta que se ven las estelas acercándose. Ni el piloto más veterano vive ese momento con tranquilidad. Lo que sigue es una zambullida a máxima velocidad y luego maniobrar para pasar por debajo de los misiles... Ahora, si teníamos que terminar con los SAM, debíamos agregar la aproximación final y bombardear el sitio con la suficiente puntería como para no recibir un misilazo por atrás en el escape.

- Ustedes pueden hacerlo - dijo confiado Peralta.

Claro que podíamos. En el GAE volaban los únicos pilotos de La Argentina entrenados para ello: ¡los GAVILANES!.



El teniente Peralta, otra vez dispuesto a infiltrarse en territorio enemigo.



El escudo de los pilotos del GAE especializados en ataque a baterías SAM.

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#7
INDONESIA - 25 de septiembre de 1955.-

El C-47 volaba dando tumbos mientras trataba de esquivar el fuego antiaéreo (Ver INDONESIA 5). En la cabina, el Capitán de Corbeta Charrúa se esforzaba por reconocer el terreno, cuyas características se hacían más esquivas a medida que avanzaban las sombras de la noche. Cuando las explosiones quedaron atrás prefirió no demorar más la maniobra y encendió la luz verde.
Observando desde el fuselaje, el teniente Peralta reconoció la señal y se lanzó al vacío a la cabeza de sus hombres. Ya en caída libre, el viento lo recibió con violencia; un par de vueltas y un fuerte tirón le dio la tranquilidad de que el sistema había funcionado y que su paracaídas se había abierto. Debajo lo esperaba la jungla de Indonesia, con todos sus misterios. Trató de calcular cuánto tiempo faltaba para golpear el piso y en eso estaba pensando cuando atravesó la copa de un árbol. Ruido a ramas rotas, un par de golpes y finalmente, sus botas hundidas en el barro. A su alrededor empezó a escuchar la llegada del resto de los hombres. En total eran 13 y formaban un grupo bastante heterogéneo: once australianos, un indonesio y un argentino. El sargento Iskandar Guntur, guía de la expedición, se acercó corriendo e indicó el rumbo a seguir. Detrás se encolumnó el resto. De esta forma empezaba la búsqueda de los puestos de comando guerrilleros en el Oeste y sur del país.


Los comandos de Peralta en plena jungla de Indonesia.

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INDONESIA, Loeboek - 12 de octubre de 1955.-

Los soldados del ejército indonesio corrían de un lado a otro amontonando armas capturadas y cadáveres de guerrilleros (Ver INDONESIA 7). Un oficial caminaba entre los cuerpos, contándolos con el dedo índice.

- "No importa el número de enemigos muertos, lo que hay que ganar es el corazón del pueblo". ¿Quién dijo eso? - quiso saber Charrúa, que observaba todo desde algunos metros de la escena.

- Un inglés llamado Robert Grainger Ker Thompson - le respondo con una sonrisa. Ambos recordábamos muy bien una de las primeras charlas que habíamos tenido al llegar al Teatro de Operaciones - Pero esta acción no creo que sirva para ganar el corazón de nadie. El poblado nunca estuvo realmente amenazado.

Seguimos avanzando junto al resto de los pilotos, esquivando cráteres.

- La guerrilla está muy activa - dijo Popeye - Venimos corriendo como bomberos de un lado a otro del mapa. Uno de estos días, van a montar una operación a gran escala. Algo coordinado.

- ¿Qué se sabe de Peralta?

- Hasta ahora, poco y nada Charru. Si en breve no localiza los Puestos de Comando de las regiones sur y oeste del país, lo que dice Popeye se va a convertir en realidad: un asalto a gran escala, simultáneo, contra las principales ciudades del país. En cambio, si Peralta tiene éxito y logramos restringir el accionar del enemigo a la región de Palembang, las cosas pueden simplificarse.

El oficial indonesio parece que terminó de contar los muertos. Con una sonrisa satisfecha, emprende el regreso a la cantera.

- ¿Cuántos? - le pregunta Pepper al pasar.

- ¡Ciento siete! - dice. Y se va tan contento como un chico con los bolsillos llenos de caramelos, después de haber destrozado una piñata.



Despojos de la batalla.

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PUERTO BELGRANO, 22 de diciembre de 1955.-

El Teniente Peralta bebió un buen trago de su vaso de cerveza y se recostó en la reposera. Debajo de una sombrilla, el aire fresco de la tarde bonaerense contrastaba dramáticamente con el calor agobiante que había experimentado en la selva de Indonesia.

A algunos metros de la escena, Pepper se zambullía con toda la gracia del mejor estilo "bomba". La "onda expansiva" bañó por completo a una familia que tomaba sol al costado de la pileta de oficiales.

Sentado a un lado del infante, Charrúa se quitó los Ray-Ban y empezó a limpiarlos despreocupadamente:

- Falta Cuervo - dijo sin apartar la mirada de lo que hacía.

- ¿Cuervo?...¿Dónde está? - quise saber.

- La última vez que se lo vio estaba yendo a visitar a la familia de una chica que conoció en Lembak.

- Pero...¿qué pasó con "Pichicho", la japonesa con la que se casó después de Corea?

- No era "Pichicho" - aclaró Charrúa - era Kimiko y se separaron cuando Cuervo descubrió que no era una geisha de verdad.

- Espero que se vaya de Indonesia antes de que la gente de Sukarno le ponga las manos encima - dijo Peralta, interesado por la charla - Entre todos los problemas que le creamos durante nuestra estancia, el golpe de mano que dieron en Palembang casi hace que lo echen del gobierno...

Todos reímos al recordar la carrera alocada de Pepper y Charrúa en sus jeeps, esquivando las explosiones de artillería que caían en plena ciudad y las corridas de tiro de Popeye en su helicóptero, casi tocando las terrazas de los edificios. (Ver INDONESIA 3).

- Igualmente, las cosas resultaron bastante bien para Sukarno - resumió Peralta - Ya no sufre las presiones del PCI y la eliminación de los guerrilleros le sirve para limpiar su imagen ante los EE.UU.

Ceteu, Alma, Pocho y Popeye llegaron hasta nuestra mesa cargados de nuevas botellas de cerveza helada, las abrimos e improvisamos un brindis:

- ¡Por el regreso definitivo de Peralta a los campos de batalla! - gritó Ceteu. El Teniente lo miró sorprendido, pero luego sonrió mostrando todos los dientes:

- ¿Por qué no? ¡Con ustedes voy a dónde sea necesario!

- ¡Felices Fiestas para Todos!


FIN

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