OPERACIÓN "HYDRA" - 1970

Iniciado por GAE_Balker, 27 de Enero de 2021, 10:09:01 PM

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GAE_Balker

ALBANIA - 24 de Mayo de 1970, 21hs.-

¡Se acabó! La reacción de Moscú había llegado, pero no de la forma que se imaginaban los líderes albaneses. En vez de aportar material o intervenir directamente, los soviéticos decidieron castigar a Albania por su ataque inconsulto a Grecia. ¡El gobierno de Tirana tenía que abandonar el poder y retirarse del territorio ocupado! ¡La OTAN debía detenerse y no seguir avanzando! Todos a su casa...o el gran oso rojo desataría su furia en Europa.

El Major Cela observaba el cielo estrellado. La vista era maravillosa. Lejos de las luces de una gran ciudad, la vía láctea podía apreciarse en todo su esplendor. Pero la magia duró poco: al parpadeo de las estrellas se sumaron cientos de chispas danzantes que ascendían y se mezclaban con ellas. Pilas de documentos confidenciales eran devorados por el fuego. La guerra había terminado.
A pesar del caos de la derrota, las órdenes seguían llegando desde los altos mandos: todo el que conservara algo de poder planeaba su propio escape. Ya no se temía a la OTAN, no. El terror era generado por las purgas que sin dudas iban a llegar desde Moscú. Ningún responsable de semejante debacle iba a escapar de la furia del Kremlin.
Cela tomó un documento en el que todavía podía leerse la palabra "SECRETO" y lo usó para encender un cigarrillo. Su mente se cansó de las estrellas y recordó los combates aéreos ¡Lo había disfrutado mucho! Pero esas épocas de gloria habían quedado atrás. A esas alturas sus obligaciones eran otras: tenía que escoltar y garantizar un escape exitoso a todo jerarca incapaz de afrontar sus propios errores. La ruta, sea aérea o marítima, tenía por destino Libia. Si, Khadafi había ofrecido asilo a cualquiera que deseara escapar a su país. Y lo más gracioso era que uno de esos que pensaban salvarse cruzando el Mediterráneo era nada más y nada menos que el Gjeneralbrigad Elezi, su superior y comandante en Jefe de la Fuerza Aérea.

El asistente de Cela seguía tirando documentos a las llamas, pero uno lo hizo dudar y se detuvo.

-¿Esto también? - preguntó a su superior.

El piloto sonrió y tomó el diario que le ofrecían. En la portada estaba su foto, de pie frente a su MIG-21.

-No. Esto me lo llevo de recuerdo



MIG-19 albano a punto de despegar en la última misión de la campaña.

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BARI, ITALIA - 30 de Mayo de 1970, 21:00hs.-

El Parque Giugno suele ser un centro de relax y diversión para cualquier familia de Bari, pero para quienes se encontraban ahí esa noche, la atmósfera era tan pesada que apenas podía respirarse. Las cuatro esquinas de acceso estaban vigiladas por varios autos que pretendían ser de paseantes nocturnos pero dentro de ellos había personal de la policía italiana, Inteligencia del Ejército Italiano e Inteligencia Naval estadounidense y argentina. Y por si fuera poco, en las terrazas de uno de los edificios residenciales que dominaban la zona, un equipo de francotiradores mantenían un ojo en la mira telescópica y el índice rozando la cola disparadora. En el centro de semejante escena, el GU Dogo. Esperaba nerviosamente, consciente de que todas las miradas confluían en él.  En su interior, sentía que el cerebro iba a estallarle de un momento a otro por un vendaval de emociones: se había enamorado de Beatrice, sin dudas, pero todo indicaba que ella había organizado el atentado que casi lo mata a él y a todos los pilotos del GAE. ¿Qué sucedería al verla llegar? ¿Estaría él a la altura de las circunstancias? ¿Dejaría que la detuvieran, como era el plan, o intentaría evitarlo a último momento?
La intriga no duró mucho. Bañada por la luz de un farol público, una figura femenina se fue acercando hasta que sus pasos tímidos la ubicaron frente al marino.

- Beatrice... - susurró Dogo.

Ella lo miró con ojos llorosos y le tomó las manos.

- Mio amore. Avevo un disperato bisogno di parlare con te - empezó ella. El guardiamarina la tranquilizó.

- ¿Por qué desapareciste? ¿Qué fue lo que sucedió en aquel restaurante?

La joven italiana lanzó una catarata de palabras. Explicó que era verdad que había trabajado para la inteligencia albana. Que todo había sido por un puñado de liras, que el plan era solo pasar información sobre las operaciones del GAE pero que jamás, jamás, había tenido intención de lastimarlos. No había tenido idea sobre la bomba, solo le habían dicho que demorara su llegada. Cuando se enteró de la explosión, huyó con sus amigas, consciente de que toda la policía iba a buscarla. La habían usado y ahora estaba aterrada, planeando escapar a Francia o quizás España.

Dogo deseaba desesperadamente abrazarla, pero temía hacer algún movimiento que alertara a todas las fuerzas que lo rodeaban.

- Beatrice...quizás podamos escaparnos de acá juntos. Quizás pueda ayudarte...- el piloto miró en todas direcciones, buscando una salida, sabiendo que aquello era imposible.

La mujer lo miró sorprendida, pero luego de un instante de frialdad, comprendió que no era momento de soñar.

- No. Debo irme sola - balbuceó en su pobre español - solo quería decirte la verdad...que no me recuerdes como una mentirosa y asesina...

Ella lo besó en los labios, se apartó y buscó en su cartera mientras susurraba:

- Y también quería devolver tus cartas...

Y eso fue lo último que dijo.

Dogo sintió un sobresalto que lo dejó sin aire. Aturdido por el brusco cambio de la situación, fue comprendiendo que el estampido que lo había asustado y la caída de Beatrice estaban relacionados. De pie, más solo que nunca, escuchó gritos, corridas y de un segundo a otro se encontró rodeado por uniformados de varios países que gritaban al mismo tiempo.

- ¿Quién disparó? ¿Quién fue el idiota? - vociferaba el Teniente Arteaga, oficial de Inteligencia del GAE.

Alguien tomó a Dogo por los brazos y lo sentó en un banco. Arteaga seguía gritando.

- ¿Quién dio la orden de disparar? ¿Quién fue?

Mientras Dogo veía las cartas manchadas de sangre en el suelo, llegó a escuchar la respuesta de un oficial italiano:

- Fue uno de los francotiradores... El movimiento de la mujer lo sorprendió...pensó que iba a matar a su hombre... Lo siento.

Beatrice estaba inmóvil. Solo sus cabellos se sacudieron con el viento.


La noche de Bari y un drama que llegó a su fin.

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ARA 25 de Mayo - MAR MEDITERRÁNEO, 31 de Mayo de 1970. 16hs

El portaaviones argentino abría las aguas a su paso mientras ponía rumbo a Gibraltar, el Atlántico y hacia su destino final: la base de Puerto Belgrano. Más allá de lo que ocurriera fronteras adentro de Albania, el conflicto había terminado y toda la región volvía a la normalidad.

- El guardiamarina Dogo va a estar bien - dijo el médico de a bordo - le di unos calmantes y ahora está durmiendo.

Yo asentí y volví mi rostro al mar, ese mar que fue testigo de tantas guerras a lo largo de la historia de la humanidad.

- Pero lo que me preocupa es el resto de su Escuadrón - dijo el doctor mientras encendía un cigarrillo. Lo miré buscando una aclaración.

- Los guardiamarinas Sepe, Temp, Goye, Kursor y Manri están bien - empezó - Se desempeñaron bien en combate y por el momento les dura el entusiasmo. Pero de ahí para arriba están todos  "quemados".

No pude dejar de sonreír.

- Lo digo en serio - continuó - No le voy a hacer un repaso de todos, pero tomemos al TN Pepper como ejemplo. Son las 16hs y ya tiene los ojos tan rojos como un hamster albino. Su problema con la bebida me preocupa.

El hombre parecía interesado por seguir la conversación, pero yo decidí que ya tenía suficiente por el momento. Había algo más importante que hacer. Saludé y abandoné el puente de comando. Fui bajando cubiertas, repasando todo lo que habíamos vivido desde el comienzo de la campaña, y sin darme casi cuenta, llegué ala sala de briefings. Ahí estaban el resto de los pilotos del GAE. Parecía que recién comenzaba una celebración. Dos botellas de champagne abiertas ya se pasaban de mano en mano. La algarabía siguió un buen rato hasta que cayó por el propio peso del alcohol. Y ahí fue el momento de pensar en los caídos. Sobre una de las mesas había un diario albanes. En él podía verse la foto de un piloto y el anuncio de su muerte. Todos lo habíamos visto y sentimos verdadera pena. Al fin de cuentas, los combatientes caen y quienes inician los conflictos consiguen escapar vivos, como los jerarcas albanos que a esa altura ya había alcanzado territorio libio. Así son las cosas y así siempre lo serán.

Levanté la copa, llena hasta el tope:

- ¡Por el Mayor Gjon Cela!

Todos, como caballeros, hicieron lo mismo.

FIN

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KILLBOARD OFICIAL DE LA CAMPAÑA:



Felicitaciones a los Capitanes de Corbeta Livio "Castor" Mostini y Mauro "Alma" Arguelles por ser los mejores pilotos de Ataque y Caza, respectivamente.