Operación GÜLANE - 1972

Iniciado por GAE_Sepe, 07 de Enero de 2023, 02:10:58 AM

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Tunceli, Turquía. 11 de enero de 1972

Desde temprano, Fernanda quería salir a jugar a la plaza. Si bien hacía poco que habían llegado a esta ciudad, la pequeña de 8 años ya había hecho amigos en la cuadra. En un día normal, su madre la hubiera sacado a jugar, pero ahora ambos padres estaban sentados frente al pequeño televisor de la cocina.

- ¿Cómo puede ser esto? – dijo Sara, mirando a su marido - ¿sabía esto la empresa?

- No sé si lo sabían, pero es raro que el director regional se haya ido con la familia la semana pasada.

- Seguro que ese desgraciado sabía algo y por eso se fue.

Fernanda tomó su muñeca de arriba de la mesa y volvió a tironear de la falda de su madre.

- ¿Estará bien si llevo a Fer a la plaza? – Dijo Sara, mirando a su esposo.

- Supongo que sí, todo este caos es en Ankara, estamos a mas de 800 kilómetros. Vayan a dar una vuelta, yo voy a ir hasta la empresa, a ver que noticias hay.

Sara y Fernanda salieron. Esto dio tiempo a Martín a distenderse, estaba preocupado. Una revuelta en esas zonas del mundo no solía terminar bien. Había aceptado ese trabajo sin mucha alegría. Si bien la paga era buena (de hecho, era muy buena) él pensó que estar tres años fuera de su país no podía ser bueno para su pequeña hija.

Martín tomó sus llaves, se puso la campera y salió a buscar el auto, que estaba en el estacionamiento del edificio. El camino hasta la zona de la represa no era largo, pero el último tramo era de tierra y tardó mas de 40 minutos en recorrerlo. Al llegar al obrador, se encontró que los otros dos ingenieros argentinos estaban en el lugar.

- ¿vieron lo que está pasando en Ankara? Hay tanques y tropas por todos lados.

El ingeniero en jefe, Sebastián Comelli, se adelantó, como si no quisiera que lo escucharan otras personas.

- El director me dijo que no dijera nada, pero me llamó anoche desde Nicosia. Aparentemente el embajador argentino ya le había adelantado algo.

Martín no podía creer lo que escuchaba.

- ¿Ese hijo de puta se fue con la familia y nos dejó a todos acá? ¿El embajador dónde está?

- Sigue en Ankara, pero él sabe que no lo van a tocar. El director me dejó un teléfono para contactarme directamente con el consulado.

Martín tomó el pedazo de papel que su jefe le extendía y miró el número.

- ¿Llamaste?

- No. No se si esperar a ver si esto se extiende o si es algo que sólo va a suceder en Ankara.

Martín entró en el edificio y abrió su oficina. Tomó su teléfono y empezó discar los números escritos en el papel. Después de una pausa de varios segundos escuchó el tono de llamada. En ese momento Comelli entraba a la oficina.

- La línea todavía funciona. Espero que atiendan.

Después de un par de minutos, alguien levantó el teléfono del otro lado y contestó.

- Consulado de Argentina. ¿Quién habla?.

Martín se paró y contestó rápidamente.

- Soy el Ingeniero Martín Ríos de Siemens Argentina. Soy parte del grupo que está supervisando la puesta a punto final de la represa de Tunceli.

- Buenas tardes Ingeniero. No me tome por maleducado, pero estamos con unos problemas graves y no puedo atender temas de rutina por ahora.

- No es tema de rutina. Cuando nos vinimos a trabajar acá, Siemens nos dijo que nuestra evacuación en caso de problemas iba a ser responsabilidad de la embajada. ¿Cómo nos van a avisar si hay algún problema?

- ¿Ustedes trabajan con el Sr Gino Carbotta?

- Sí, él es el director general de la empresa en Turquía, pero se fue a Nicosia la semana pasada.

- Tenemos todos los datos de contacto de ustedes. Por las dudas, les recomiendo que tengan un bolso con ropa de abrigo y muda para tres días a mano. El consulado argentino más cerca de ustedes está en la ciudad de Sivas. Si hay problemas, ellos se van a poner en contacto con ustedes y les van a dar instrucciones.

- ¿Usted cree que esto va a ponerse peor?

- Ingeniero, no puedo responderle eso por esta línea, quédense tranquilos, que tenemos todo controlado.
Del otro lado cortaron la llamada sin mediar mas palabras. Martín colgó y se quedó mirando a su jefe.

- Dicen que nos quedemos tranquilos, que nos van a llamar del consulado de Sivas.



Ankara, Turquía.  11 de enero de 1972

- ¿Quién era? – preguntó el embajador.

- Uno de los ingenieros de Siemens. Son los que están allá, cerca de Irán con la represa. Querían saber si hay evacuación o algo así.

El embajador se sentó en uno de los sillones de la oficina.

- La semana pasada estuve con Carbotta, el director de Siemens. Le dije que este kilombo estaba en puerta y que se llevara a todos los argentinos con tiempo.

- Parece que se fue él sólo con la familia. Están en Chipre.

- Que hijo de puta. Ahora el kilombo lo tenemos nosotros. Por favor, pasále el tema a alguno de los oficiales de Gendarmería. No quiero más problemas con esto.

El secretario de la embajada tomó nota de todo e hizo un par de llamados. Justo cuando terminaba, un hombre de traje ingresó en la secretaría.

- Estamos listos con el briefing para el embajador – dijo el hombre.

- Ya le aviso y vamos para allá.

Apenas 10 minutos después el embajador se sentaba en la cabecera de la mesa de la sala de reuniones. En el otro extremo un proyector de diapositivas estaba encendido pero la pantalla estaba en blanco.

- Empecemos por favor.

El hombre a cargo de la sección de inteligencia de la embajada se paró y tomó el comando del proyector. La primera diapositiva era de una manifestación en la plaza Taksim de Estanbul.

- El movimiento "12 de agosto" empezó hace tres años con protestas de pocas personas. Sus ideas generales son nacionalistas, anti OTAN y si bien no son comunistas, sus líderes han hecho buenas relaciones con líderes de movimientos comunistas. Desde hace unos meses, se sabe que el mensaje nacionalista que propagan ha sido escuchado por un gran grupo de oficiales de las tres fuerzas armadas y que el disenso con los altos mandos era cada vez más manifiesto.

La siguiente diapositiva mostraba un puerto en llamas.

- Ayer, a las 2230, distintos grupos de choque tomaron el control de bases de la armada, la fuerza aérea y el ejército turco. Hubo combates, ya que no todos los militares turcos están de acuerdo con esto. Las bases del Mar Negro y del norte de Turquía resistieron, pero las bases del mediterráneo y del interior están en manos de los rebeldes.

Al pasar la diapositiva, el embajador vio una de las tantas imágenes de Estanbul de esa mañana.

- Esta madrugada, numerosos elementos del ejército disidente de Turquía atacaron el palacio de gobierno de Ankara y tomaron el poder por la fuerza. En este momento se desconoce la situación del presidente y de su gabinete.

El proyector volvió a cambiar la diapositiva y un mapa de Turquía apareció en pantalla.



- Todo lo que está al sur de esa línea negra, está en poder de las fuerzas armadas disidentes de Turquía.

El embajador se paró y se acercó a la pantalla, para ver mejor el mapa.

- ¿Cuán confiable es todo esto? – dijo el embajador.

- Viene directo de la embajada de EEUU señor embajador.

- Muy bien, quiero hablar con el Canciller. Primero preparen un informe escrito para mandarlo por telex lo antes posible. Cuando hayan mandado el informe, avísenme.

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#1
Tunceli, Turquía. 12 de enero de 1972 – 0445 hs.

El teléfono sonó temprano. Aún no eran las cinco de la mañana.

Martín Ríos se levantó de la cama y fue caminando al comedor, donde estaba el aparato de teléfono de la casa. En la oscuridad se tropezó con juguetes de su hija Fernanda, pero no quería prender la luz. No quería encandilarse, pero tampoco quería despertar a su familia. Tomó el teléfono y se sentó en la silla que estaba al lado.

- Merhaba. ¿kim konuşuyor? – Dijo Martín leyendo un folleto con frases útiles en idioma turco.

- Buen día. ¿hablo con el ingeniero Ríos?.

- Si, soy yo – Martín agradeció que el llamado fuera en español, el saludo al atender es lo único que podía decir en turco, antes de despertarse y tomar un café.

- Ingeniero, soy el secretario del consulado argentino en Sivas. Quería decirle que después del mediodía vamos a mandar un ómnibus para llevarlos a todos ustedes al puerto de Gazipasa. Yo voy a estar al frente de este grupo y le voy a dar todos los detalles en el lugar.

- ¿Nos van a sacar de la ciudad?

- No ingeniero, lo vamos a sacar del país. La Armada Argentina tiene una flota yendo a reparaciones en Italia y estarían entrando al Mar Mediterráneo mañana y podrían buscarnos tres días después en Gazipasa.

- ¿Dónde lo esperamos? – Martín buscaba con desesperación el anotador que había dejado sobre la mesa la tarde anterior. Seguro Fernanda lo había llenado de garabatos.

- No le puedo precisar un horario exacto, pero alrededor de las 15 vamos a estar en la ciudad donde ustedes viven. Tengo que juntar otras 5 familias antes que ustedes.

- Esta ciudad tiene una plaza grande, junto a las vías del ferrocarril. Es fácil llegar desde el lado que ustedes van a venir. Los vamos a esperar ahí. ¿Ustedes saben que aquí somos seis familias?

- Si, tenemos todos los datos. Por favor, no falten a la reunión, porque no voy a poder salir a buscarlos por la ciudad. Otra cosa. Sólo pueden traer un bolso chico por persona. Nada más.

- Quédese tranquilo, ahí vamos a estar todos.

El llamado se cortó y Martín prendió las luces de la casa. Llamó a su mujer y empezó a dar las directivas para que todo estuviera preparado.



Mar Rojo, Egipto. 12 de enero de 1972 – 1130 hs

La flota argentina llevaba dos días fondeada frente al puerto egipcio de Taufik, la entrada sur del Golfo de Suez. Las autoridades argentinas estaban negociando con los gobiernos de Israel y Egipto el cruce de la flota a través del canal, que estaba cerrado al tráfico internacional desde 1967, cuando los isrealíes ocuparon toda la margen oriental del canal.

Las tripulaciones de ambos portaviones y de los seis destructores no habían tenido descanso. Las operaciones en las Marianas habían sido intensas y los viejos navíos habían sufrido algunas averías. Desgraciadamente, de todos los astilleros disponibles para reparar al ex USS Forrestal, actual ARA "6 de Octubre", el más cercano se encontraba en Italia y dar la vuelta por el Cabo de las Agujas en Sudáfrica no era una opción viable.

El fondeo en las calmas aguas del mar rojo era un descanso merecido. Al mediodía, con el sol bien alto, se podía ver el fondo del mar claramente, aún cuando las sondas indicaban profundidades de 30 metros. Si bien la bajada a tierra estaba prohibida, las barcazas y lanchas de todos los navíos bajaban, para permitir que los marino nadaran y se divirtieran un rato.

El comandante de la Fuerza de Tareas, Contraalmirante Nicolás Locarno, llamó a los comandantes de los buques y al comandante del grupo aéreo, a una reunión en el V3.

Balker y Ceteu llegaron a la cámara del comandante y se sentaron, un camarero les sirvió café. Los comandantes de los destructores y del V2 fueron llegando y ocupando sus lugares. El contraalmirante llegó último y se sentó en su sillón.

- Señores, vamos a tener un desvío en los planes. Interpreto que todos saben de la situación en Turquía.

Todos hicieron gestos afirmativos alrededor de la mesa.

- Pues bien, tenemos que hacer una parada en el puerto turco de Gazipasa, para recoger a unas 30 familias argentinas que tenemos que evacuar de ese país.

- ¿Prevemos algún tipo de resistencia en el lugar? – preguntó Balker.

- No, el convoy de 30 familias va a estar esperándonos, sólo va a amarrar el Destructor Bouchard, carga los pasajeros y cuando nos juntemos fuera del puerto vamos a ver como repartimos a toda esta gente entre los 8 buques. El jefe del área personal ya está impartiendo las directivas para ver que capacidad de transporte tenemos y donde podemos poner más gente. ¿alguien tiene alguna duda?

Nadie dijo nada.

- muy bien, quiero hacer un salto de borda desde la cubierta de vuelo antes que baje el sol. ¿alguno me acompaña?

Hubo risas alrededor de la mesa y todos fueron desalojando de a poco el lugar.



Represa de Tunceli, Turquía. 12 de enero de 1972 – 1350 hs.

En las inmediaciones de los galpones de la obra, dos operarios se encontraban guardando el material. Eran Ali Ferit Ertegün e Isra Berskoy, ambos de 19 años. Habían crecido escuchando a sus padres hablar de la gesta otomana que sus abuelos habían vivido. Habían escuchado las historias de como los otomanos habían doblegado a los australianos y neocelandeces en Gallipolli. Los sucesos ocurridos en la capital del país en los dos días anteriores les habían dado la oportunidad de ser parte de la historia grande de Turquía, al menos eso creían.

Deniz Celik era el capataz turco a cargo del turno de trabajo de la mañana. Llevaba mas de 20 años en el negocio de las grandes construcciones y no había aspectos que él no dominara. Ya pasado el mediodía estaba preparándose para volver a su casa y debía proceder con la inspección final del equipo, para poder pasar el turno al siguiente capataz. La última inspección de la lista era la de los explosivos. Luego de llegar al polvorín, estacionó su camioneta y tomó las dos llaves de su bolsillo, abrió los dos candados y desplegó las amplias puertas metálicas. En el hueco excavado en la montaña se encontraban estibados más de 2300 kilos de cargas sísmicas TeVac. Estas habían sido utilizadas durante las primeras etapas, para robarle a la montaña el espacio que hoy ocupaban más de 3.500 millones de metros cúbicos de agua. Una rápida mirada le dejó saber que todo estaba en orden.

Deniz nunca supo que le pasó, sintió pasos detrás de él y antes que pudiese darse vuelta, Ali Ferit había descargado un disparo de su pistola en la cabeza. Entre ambos tomaron todos los explosivos que pudieron cargar en el camión y se dirigieron hacia la represa.



Ciudad de Tunceli, Turquía. 12 de enero de 1972- 1430 hs.

Las seis familias estaban en la esquina de la plaza desde hacía un par de horas. La preparación había sido simple para los Ríos. Hacia poco tiempo que habían llegado a Turquía y aún no tenían muchas pertenencias. Como habían alquilado un departamento amueblado, sólo tenían ropa. Las otras familias llevaban mas tiempo y no les había sido tan fácil elegir que llevar y que dejar. La sra Rios tenía un bolsito de mano con ropa de abrigo y unas mudas de ropa interior. Martín llevaba una valija de cuero un poco mas grande, con la ropa de él y de la pequeña Fernanda.

Al lado de ellos, la mujer del ingeniero Comelli tenía tres valijas a sus pies y sus dos hijas, de 18 y 16 años, tenían otras tantas. Martín se acercó a su jefe y le habló en voz baja.

- Sebastián, el secretario del consulado me dijo que sólo lleváramos un bolso chico por persona.

- Ya lo sé Martín. Decíselo vos a mi mujer, que no quiso dejar sus tapados de piel ni sus vestidos de noche.

Mientras discutían estas cosas, cuatro colectivos ingresaron por la calle principal. Martín vio que el primero tenía una bandera argentina pegada del lado de adentro del parabrisas. Le hizo señas, para que se estacionaran en ese lugar.

El secretario bajó del primer colectivo y se reunió con las familias. Al ver las valijas de algunas familias les hizo saber que no iban a poder subirse con tanto equipaje. Todavía faltaban hacer dos paradas mas y no habría lugar.

La discusión empezó en forma inmediata. Muchos no estaban dispuestos a dejar sus cosas abandonadas, sin saber si alguna vez regresarían a ese lugar. Los argumento y contrargumentos llevaban 25 minutos cuando se escuchó un ruido muy fuerte, pero sordo, como amortiguado. Todos se callaron inmediatamente. Martín empezó a mirar para todos lados y en las montañas que había al norte de la ciudad vio una columna de humo negro. En esa dirección se encontraba la represa.

Martín sospechó lo que había pasado, aún cuando no podía saberlo, pero a 30 kilómetros de distancia miles de millones de litros de agua empezaron a descargarse entre las fisuras de la represa.

- ¡Súbanse todos ya a los colectivos! – gritó Martín y empezó a tirar valijas y a empujar a todas las personas, a pesar de que algunas quisieron protestar. En menos de 5 minutos, los cuatro colectivos estaban en movimiento. Martín sólo podía preguntarse en que locura estaban metidos. Por supuesto no tenía forma de saber que la verdadera locura todavía no había empezado.

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Mar Rojo, Egipto. 13 de enero de 1972 – 0900 hs

Después de varios días de negociaciones con Israel y Egipto, la flota había conseguido permiso para cruzar el canal de Suez. La formación estaba encabezaba por los destructores "Bouchard", "Espora" y "Brown". 8 millas detrás avanzaban los dos portaviones "25 de Mayo" y "6 de Octubre". El grupo era cerrado por los destructores "Rosales", "Py" y "Piedrabuena". El cruce había iniciado con las primeras luces y no estaría finalizado hasta la noche.

En la cubierta del "6 de Octubre" varios pilotos estaban terminando la revisión de objetos peligrosos. Todo el personal de cubierta, codo con codo, recorriendo toda la extensión del buque, desde la proa hasta la popa, buscando alambres, tornillos o cualquier material que pudiese averiar a los aviones.

- Espero que esta parada en Turquía sea tranquila – dijo Tito mientras se agachaba a juntar un pedazo de alambre y se lo guardaba en el bolsillo.

- ¿Qué puede pasar? Es solamente hacer el trasbordo de unas familias y seguimos a Italia – Goye había estado leyendo sobre las ciudades que planeaba visitar durante los dos meses que iban a durar las reparaciones del portaaviones.

- Ojo con las chicas italianas – Dogo guardaba malos recuerdos. Apenas dos años antes había tenido una relación explosiva, durante una operación del GAEV. Lo peor es que esa relación explosiva casi se volvió poliamorosa con todos los pilotos del grupo.

Desde la salida del canal, solo eran dos días de navegación hasta Turquía. Un día para subir a los argentinos y tres o cuatro días hasta Italia. Parecía tan cerca.

- No sé – dijo Baco – ya van tantas veces que terminamos un conflicto y vamos derecho al siguiente. Realmente espero que esta vez se nos dé y podamos descansar unos días.

Lentamente, las naves siguieron avanzando por las aguas del canal, estando cada vez mas cerca del Mar Mediterráneo.


Salida de la ciudad de Elazig, Turquía. 13 de enero de 1972 – 1000 hs

Llevaban casi 12 horas en esos micros. Martín ya no sabía como sentarse. Los micros eran incómodos y entre pasajeros y equipaje, el volumen interno estaba colmado. Además de todo eso, los constantes controles de caminos que habían establecido los disidentes turcos hacían el avance muy lento. En 12 horas apenas habían podido avanzar 150 kilómetros.

- ¿Cuándo van a estar los barcos en el puerto?

- Llegan pasado mañana - El secretario del consulado estaba tan cansado como el ingeniero, bostezó con mucha fuerza y se estiró un poco – Ahora deberían estar cruzando el canal de Suez.

- Espero que no se vayan sin nosotros.

El micro se detuvo en otra larga fila de autos cargados hasta el techo de valijas. Todos parecían estar huyendo hacia el sur. Martín empezó a contar autos delante del colectivo y al llegar a la veintena no pudo distinguir mas un auto del que estaba por delante. Calculó otras 4 o 5 horas detenidos en este lugar. Todavía les quedaban varios cientos de kilómetros por delante.

Al costado del camino había una estación de servicio. El micro no iba a avanzar por unas horas. De a poco las familias aprovecharon para usar los baños y comprar algo de comida.

Cuando Martín y Sara volvieron al colectivo con su hija, había un grupo de militares hablando con el secretario del consulado. La charla parecía intensa. El secretario señaló hacia Martín y los militares salieron corriendo hacia donde él estaba.

- ¿Sen Mühendis Rios'sun?

- Lo siento, no hablo turco todavía – El secretario llegó detrás de los militares turcos.

- Pregunta si usted es el ingeniero Rios. Quieren que usted responda unas preguntas.

Martín no entendió el problema.

- Yo soy el ingeniero Ríos. ¿Qué necesitan?

El secretario tradujo y el militar volvió a preguntar algo más, nuevamente en turco.

- El capitán quiere saber si usted era el responsable de los explosivos en la represa de Tunceli.

- Si. Yo soy... era el responsable del departamento que tiene los explosivos, la maquinaria pesada y los moldes de pretensado de piezas de cemento, entre muchas otras cosas. No entiendo que necesitan. Nosotros nos estamos yendo.

Después de la traducción el militar turco dio órdenes a sus soldados, señalando al ingeniero. Los soldados avanzaron y lo tomaron de cada brazo, llevándolo hacia un vehículo. Sara empezó a gritar cuando la agarraron a ella y a la niña. Los turcos los cargaron en la parte de atrás de un camión. Martín intentó resistirse hasta que vio que también tenían a su mujer y a su hija.

- Por favor, déjenlas a ellas – gritó a los militares turcos. Uno de los soldados se puso frente a él y le gritó con energía y aparente enojo. Martín comprendió e hizo silencio, mientras veía como Sara y Fernanda eran subidas a otro camión. El soldado bajó la lona del camión, impidiéndole ver hacia afuera. La columna se puso en marcha y el ingeniero no sabía hacia donde ni si su familia iba al mismo lugar.

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Ubicación Desconocida en Turquía. 14 de enero de 1972 – 1600 hs

El ingeniero Ríos llevaba encerrado en la celda poco mas de un día, al menos eso creía. El espacio que tenía disponible era un cubo perfecto de 2 metros de lado y no tenía un lugar donde dormir salvo por el piso, donde no había nada para usar de colchón o abrigo. Tampoco es que hubiera dormido o intentado dormir. Lo bajaron del camión y lo llevaron a la rastra hasta la celda. Ni bien cerraron la puerta empezó a gritar, preguntando por su esposa y su hija. Luego de un par de minutos golpeando la puerta, dos hombres entraron y lo golpearon hasta que se calló. No había vuelto a hacer ruido desde entonces.

El ruido de la llave en la puerta rompió el distintivo silencio del ambiente, inmediatamente Ríos se refugió en uno de los rincones de la celda. El primero en entrar fue un hombre con un palo en la mano. El ingeniero trató de no mirarlo a los ojos, no quería provocar otro ataque de golpes.

El segundo hombre en entrar era de contextura pequeña, avanzó hasta donde estaba el ingeniero y le ofreció un vaso de agua con dos hielos flotando. Ríos no sabía como reaccionar, hasta que de repente se dio cuenta de la tremenda sed que tenía. Tomó el vaso y se lo tomó en segundos. Cuando terminó, el hombre lo tomó de su mano y le preguntó, en casi perfecto español.

- ¿Quiere otro vaso de agua?

Ríos dudó de su propia respuesta, realmente necesitaba tomar un poco mas de agua, pero prefirió aprovechar el momento.

- ¿Dónde están mi mujer y mi hija? Por favor, no les hagan daño.

El hombre se paró, su cara no mostraba ninguna emoción.

- Sígame, por favor.

El ingeniero se levantó y caminó detrás del hombre pequeño. Cuando Ríos pasó al lado del guardia no pudo evitar pensar que el hombre iba a pegarle. El pasillo era largo, poco iluminado, frío, húmedo y no tenía ninguna ventana, apenas tres puertas. Caminaron una veintena de metros y el hombre que iba delante entró por la última puerta que había antes de un codo a la derecha. Esta nueva habitación tenía calefacción, buena luz y en el medio había una mesa, dos sillas y una comida servida para dos.

El hombre se sentó a la mesa del lado opuesto a la puerta de acceso.

- Por favor, ingeniero, siéntese y coma algo.

Ríos se sentó y comió algo del arroz con salsa que tenía frente a él.

- Señor, no sé porque me han separado del grupo en el que me encontraba, llegué hace poco mas de tres meses a este país y no he hecho nada malo.

- Hace dos días, ocurrió una explosión en la represa en la que usted trabaja. Inicialmente pensamos que había sido producto de un ataque aéreo, pero cuando nuestra gente se hizo presente en el lugar, descubrimos que el almacén de explosivos estaba vacío. No fue un trabajo muy bien hecho, las cargas fueron puestas en un lugar sensible de la represa – el hombre hizo una pausa – de hecho, si los explosivos hubiesen estado colocados en el lugar exacto, el desastre hubiera sido incalculable.

- Señor, yo no estaba en el lugar, no tenía las llaves del lugar. Mi llave la manejaba el capataz del turno. No recuerdo su apellido, pero su nombre es Deniz.

- El señor Celik fue encontrado dentro del almacén de explosivos, tenía un disparo en la cabeza.

Ríos empezó a ponerse nervioso, además de la explosión, iban a culparlo de la muerte de un hombre. El hombre pequeño se dio cuenta del cambio de actitud del ingeniero.

- No se preocupe. Sabemos que usted no tuvo nada que ver en el asesinato del señor Celik. También sabemos que el tentado contra la represa fue cometido por dos jóvenes que no tenían ni idea que estaban haciendo.

Ríos tardó unos momentos en comprender todo el significado de la última oración. Cuando logró entenderlo, se aflojó de golpe y toda la angustia reprimida le salió de golpe. Empezó a llorar como un niño a quien le sacaron su juguete preferido.

- Su mujer y su hijo están en un edificio en una ciudad cercana. Están bajo nuestros cuidados y nada les va a suceder. Quiero pedirle disculpas por este malentendido, en el transcurso de este día usted va a reunirse con su familia y lo llevaremos al aeropuerto, para que pueda tomar un vuelo hacia Nicosia, en Chipre, ya está todo coordinado con su embajada y con su empresa. Ahora, coma señor Ríos.

Terminada la comida, el hombre invitó a Ríos a salir del lugar. En cuento salieron, Ríos notó que lo llevaban nuevamente hacia la celda y se paró en seco. El hombre pequeño, que ahora caminaba detrás de él le dijo.

- este lugar no cuenta con... habitaciones aptas para la espera, en unos minutos uno de nuestros médicos va a realizarle un examen completo y luego lo llevaremos hacia su familia.

Al llegar a la celda, Ríos notó que habían colocado una cama con colchón y una manta. Además, la celda estaba limpia y olía a perfume. Por un momento pensó que estaba en otra celda. La puerta se cerró detrás de él. Se escuchó claramente el ruido de la cerradura al trabarse.


Silifke, Turquía. 14 de enero de 1972 – 2010 hs

Juan Precio ingresó a la casa segura. La llave funcionó perfectamente. Había llegado a Turquía a través del aeropuerto de Ankara y desde allí había alquilado un auto hasta Silifke. En la casa ya había otras once personas, todos conocidos. En la mesa del comedor el TN Juarez estaba abriendo uno de los cajones que la sección de inteligencia de la embajada había dejado.

Saludó a todos, dejó su bolso y preguntó por novedades.

- Estamos todos jefe, faltaba usted. Tenemos todo el material, excepto los planos de la base de Mersin. En la embajada nos dijeron que a mas tardar mañana van a estar.

- Muy bien gente, nos vamos a dividir en tres equipos de 4 hombres, Juárez, vos vas con Agosti, Ramirez y Yapura ustedes van a Mersin, salen esta noche, aunque no haya planos. Silva, vos te vas con Zaracho, Acosta y Silverio y se van a reconocer ese lugar en Anamur. Yo me quedo con Pico, Rocha y Fuentes y vamos a ir a ver a Yumurtalik. Todos saben lo que buscamos, la embajada nos dio estas casas seguras en cada ciudad – Precio pasó papeles a cada jefe de patrulla – ya saben, apréndanselo y destruyan los papeles. Cualquier cosa, los contactos van a ser a través de la embajada.

Precio tiró varias fotos sobre la mesa. En las fotos se repetía la imagen de un hombre totalmente normal, de contextura pequeña.

- Donde esté este hombre, ahí está la familia Ríos. Su nombre es Fatush y se lo conoce como El Fantasma, es un interrogador implacable.

No fue necesario decir mucho más. Cada hombre se puso a preparar su bolso y esa noche, con media hora de diferencia tres autos salieron en tres direcciones distintas.

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Lugar desconocido. 15 de enero de 1972 - 0845 hs.

El ingeniero Ríos estaba empezando a desconfiar. El hombre pequeño le había dicho que ese mismo día lo liberarán y lo llevarían con su familia, sin embargo, ya habían pasado varias horas sin que nadie viniera a verlo. La euforia inicial ante la perspectiva de liberación se había transformado en duda y luego en desesperación. Una parte de su cerebro le seguía diciendo que lo iban a liberar. Luego de unos minutos empezaba a pensar que si lo fueran a liberar ya habrían venido a buscarlo. Luego volvía a pensar que, si las cosas estuvieran mal nuevamente, no le habrían dejado la cama armada. Sus pensamientos se alternaban entre la duda positiva y la duda negativa. Este cambio permanente entre esperanza y decepción estaba empezando a afectarlo.

De repente, oyó el ruido de llaves en la puerta de la celda. Por puro reflejo, Ríos se movió directamente a su rincón seguro. Al abrirse, dos guardias ingresaron con un plato de comida en una bandeja, lo dejaron sobre la cama y dieron vuelta para retirarse. El ingeniero se paró, quería preguntarles sobre su liberación. Uno de los dos guardias se detuvo y se dio vuelta. El ingeniero mostró sus manos abiertas, en gesto de sumisión e intentó iniciar una conversación.

El guardia avanzó dos pasos y le asestó un golpe de costado. El ingeniero cayó al piso. El dolor y la confusión lo invadieron. No entendía como manejarse con sus captores. Lo que sí le quedó absolutamente claro es que todavía era un prisionero.



Portaaviones ARA "6 de Octubre". 15 de enero de 1972 - 1030 hs.

Esto no era una reunión, al menos no había sido convocada formalmente. En la sala de prevuelo del portaviones, el Capitán Arteche y un infante de marina estaban discutiendo sobre cartas y fotografías.

- Nosotros vamos a tomar contacto con la columna en esta ciudad. Todos van a subir a los vehículos anfibios y desde ahí vamos a dirigirnos por este camino hasta llegar a la playa, en cuanto veamos una playa de arena con el gradiente apropido, nos vamos a meter al agua y navegar hasta la flota. El Capitán Arteche escuchaba, mientras seguía analizando informes y cartas de la zona. Pasaba de unos a otros continuamente. Cualquiera que lo viera pensaría que algo estaba mal en su cabeza. Probablemente algo estuviera mal en su cabeza, pero eso le daba una capacidad analítica sorprendente.

- En este lugar, acá van a tratar de frenar el convoy – Arteche miró a sus interlocutores y señaló un punto en la carta – En esta zona, es el único lugar apto para una emboscada, el terreno escarpado les da resguardo de nuestro fuego naval de apoyo.

El Teniente de Navío Ramírez, jefe de la compañía "E" del Batallón de IM Nro 2 se agachó sobre la carta y siguió con el dedo el recorrido que había planeado para el convoy de vehículos anfibios. Serían muchos vehículos y estarían limitados a transitar por caminos.

- Concuerdo con usted, señor – dijo el infante de marina – Nosotros tenemos poder de fuego para defendernos, pero nuestros vehículos son vulnerables al fuego de armas pesadas.

Arteche lo miró y le volvió a marcar el lugar en la carta.

- Cualquier oposición que usted encuentre antes de este lugar sólo será algún escalón adelantado o de seguridad. Atacar a su columna antes de este punto es imposible, no hay espacio para que las fuerzas puedan maniobrar. Sería como pretender pelear a puños dentro de un ropero. Arteche siguió con el dedo el camino.

- Una vez que ustedes hayan pasado este pueblo, entran en zona de cobertura de nuestro fuego naval de apoyo y no los van a perseguir. Las dos lanchas rápidas van a estar patrullando la costa, esperando que ustedes aparezcan y los van a acompañar al puerto desde ahí.

Ramírez dio el comprendido y se volvió hacia los pilotos.

- Señor. ¿qué tiene usted para apoyarme?.

Balker tomó la palabra.

- El convoy de vehículos anfibios va a estar escoltado por dos helicópteros UH-1 que van a despegar desde los buques logísticos. Van a llevar ametralladoras frontales y cohetes marcadores de blancos.
Ramírez entrecerró los ojos, sin dejar de mirar al jefe del grupo aeronaval.

- Voy a necesitar algo más que cohetes marcadores de blancos señor. Estamos esperando apoyo de blindados en la zona.
Ceteu se adelantó y tomó la palabra.

- La escuadrilla de ataque va a estar ocupando dos puntos iniciales de apoyo aéreo. Desde ahí vamos a entrar a hacer corridas de tiro con bombas y cohetes – Ceteu marcó el camino que corría al costado del pueblo – este camino va a ser nuestra línea de seguridad. Ustedes asegúrense de no entrar al pueblo.

- Mis vehículos, van a marcar su posición con humo azul – dijo Ramírez – por favor, no disparen sobre el humo azul.

- Hecho – dijo Ceteu.

La reunión finalizó y cada quien se dirigió para su sector dentro de la nave. El infante de marina se fue a ver a sus jefes de sección. Los vehículos anfibios ya estaban listos para ser lanzados al agua y dirigirse a la costa.



Yumurtalik, Turquía. 15 de ebero de 1972 – 1615 hs.

El mozo se acercó con una bandeja y dos vasos con café. Los dejó sobre la mesa y tomó el dinero que el más viejo de los dos hombres le dio.

- Teşekkürler – dijo el camarero mientras se retiraba.

- ¿A quién le puede gustar este café? – dijo el suboficial Rocha.

El Capitán Precio y Rocha hablaban en inglés con acento europeo, no er un buen momento para ser sorprendido hablando en castellano argentino.

- No lo tomes hasta el fondo, tiene bastante borra. – Precio se rió mientras sorbía su café.

Ambos hombres estaban sentados en un bar. La casa que estaba en la esquina opuesta al bar era la casa de una persona que, supuestamente, conocía al hombre que buscaban. Solo debían esperar que apareciera. Rocha bajó el diario sobre la pequeña mesa. Había estado toda la noche repasando el archivo de Fatush, no sabían su apellido, pero el Mossad llevaba años detrás de él. Era un mercenario, trabajaba con quien le pagara. La OLP y otros movimientos antisemitas habían sido sus empleadores. El archivo, a pesar de estar bastante censurado tenía información de sus contactos mas frecuentes. Rocha había pasado varias horas tratando de entender la semblanza que un agente en especial había escrito de El Fantasma.

De repente, una cara conocida dobló la esquina y entró a la casa que estaban vigilando. Los dos hombres se levantaron, dejaron un dinero de propina y se subieron a un auto.
Precio, en el asiento del acompañante, tomó la radio que estaba montada bajo el tablero y la encendió.

- Bravo 2, aquí Bravo 6.

El TN Pico tomó el otro aparato, montado en otro auto, ubicado a unos 50 metros de distancia.

- 2 – dijo Pico

- Acaba de entrar en la casa, necesito saber que nadie entró por atrás.

- Estamos con Bravo 3 desde hace dos horas en este lugar, no entró nadie.

- OK, vamos a entrar con Bravo 7, estimamos estar afuera en siete u ocho minutos, tengan el auto en marcha con el baúl abierto.

- 2 recibido – dijo Pico.

Precio y Rocha sacaron sus pistolas, dos Bersa recamaradas para .380 y colocaron silenciadores en sus extremos. rápidamente salieron del auto y se dirigieron hacia la puerta. Rocha se colocó junto al timbre y sacó dos ganzúas. La cerradura estuvo abierta en menos de 30 segundos. Precio tomó la delantera con Rocha inmediatamente detrás. Sabiendo que no iban a volver a salir por ese lado, Rocha llenó el ojo de la cerradura con la mezcla de poxipol 10 min que había preparado en el auto. Quien quisiera volver a entrar por ahí iba a tener que traer un cerrajero o un ariete.

El final del primer pasillo, Precio encontró una mesa de comedor con una televisión. En la mesa había un hombre medio dormido, no era a quien buscaban. Precio señaló su objetivo a Rocha, quien cubrió la única puerta de ingreso. En menos de 30 segundos en hombre de la mesa estaba muerto, con su cuello abierto y sin haber hecho un solo ruido. Ambos hombres siguieron su recorrido, sin hablar. El único ruido que se escuchaba provenía del baño, era inconfundiblemente el ruido de la ducha. Rocha se asomó y confirmó que quien estaba en la ducha era el hombre que buscaban. Precio recorrió rápidamente las habitaciones cercanas, pero no encontró a nadie. Rocha silbó y el hombre abrió la cortina para ver quien era, un preciso golpe a la mandíbula lo dejó inconsciente en forma instantánea.

Rápidamente lo esposaron y lo envolvieron en la cortina de baño. Rocha se lo cargó al hombro y avanzaron hacia la puerta trasera, donde Pico y Fuentes estaban esperando. En el invierno boreal, la noche cae temprano y ya estaba oscureciendo afuera. Rocha salió y en menos de diez segundos el paquete estaba en el baúl del auto. AL cerrar el baúl, le dio dos golpes a la chapa. Pico y Fuentes salieron de inmediato.
Rocha y Precio se dirigieron a su auto, con la naturalidad de quien acaba de salir de comprar pan. Se subieron y tomaron un camino distinto, aunque esa misma noche, estarían todos reunidos nuevamente.

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Portaaviones ARA "6 de Octubre". 17 de enero de 1972 - 1430 hs.

El jefe de máquinas y el jefe de control de averías del portaviones estaban reunidos en la sala de máquinas. Los problemas que las calderas 5 y 8 habían empezado a manifestar durante el regreso de las Islas Marianas estaban empeorando. La nave debía estar en astilleros desde hacía dos días, y en vez de eso, estaban en medio de operaciones de guerra nuevamente. 

- ¿Cuánto podemos estirar esto? – dijo el jefe de máquinas, el Capitán de Fragata Ángelo, oriundo de Punta Alta, tenía aceite en lugar de sangre. Conocía la respuesta a la pregunta que estaba haciendo, pero tenía que darle la oportunidad a su subordinado.

- ¡Jefe!. Estuvimos estirando esto los últimos 10 días. El viaje hasta acá fue tranquilo, pasamos estas dos calderas a baja temperatura y la idea era apagarlas antes del cruce del Canal de Suez, pero sin esas calderas no podemos lanzar aeronaves .

El CF Ángelo sabía que las calderas Babcock & Wilcox eran nobles, pero no hacían magia. Tomó la decisión de ir a hablar con el comandante de inmediato.

Se fue a su camarote, se duchó y se cambió de uniforme diario. Cuando estaba empezando a diagramar la charla con el comandante del portaviones, tocaron la puerta.

- ¡Adelante!

- Permiso señor – el que tocaba era el jefe de máquinas del otro portaviones de la Fuerza de Tareas. El CF Fagalde - ¿tiene cinco minutos?.

- Pase Gaucho – dijo el CF Ángelo, utilizando el sobrenombre de la Escuela Naval del CF Fagalde.

- ¿Cómo anda jefe? Vengo a verlo por un problema que tenemos a bordo del POMA.

El CF Ángelo había sido el jefe de máquinas del POMA hasta que la armada incorporó el "6 de octubre". El pasaje de cargos había sido rápido pero completo.

- ¿Qué pasó, Gaucho?. Me imagino que me está cuidando el barco.

- Yo sí señor, pero estos aviadores me están sacando canas verdes. Ayer el jefe del grupo aeronaval tuvo que aterrizar en emergencia, venía volando con el  olor. Se tiró desde arriba de 3000 pies y tocó la cubierta a 400 nudos.

Ángelo lo cortó en seco.

- ¡Cortó los cables!

- No jefe, los cables aguantaron, pero deformó los cilindros de freno hidráulico. Encima son los frenos del cable 3.

Ángelo empezó a ver como todo se complicaba rápidamente. Un portaviones no podía sostener la velocidad y el otro no podía recuperar aviones.

- Gaucho, váyase al puente, contacte a su comandante y dígale que, si puede, se venga para acá. Va a querer estar presente cuando hablemos con el comandante de la fuerza de tareas.

Fagalde salió para el puente y Ángelo salió corriendo en dirección a la cámara del comandante.



Silifke, Turquía. 17 de enero de 1972 - 1510 hs.

Precio y Rocha habían estado toda la tarde con el prisionero. No hizo falta "convencerlo" de hablar, al encontrarse atado y en presencia de dos hombres hablando inglés, el pobre turco pensó que la CIA había venido por él. En un par de horas lo entregarían a la CIA de verdad o a quien fuera que la embajada de EEUU mandara a buscarlo.

Ya sabían dónde estaba alojado El Fantasma, lo difícil iba a ser encontrar la forma de que él los guiara al lugar donde estaba retenida la familia Ríos.

El SI Zaracho entró a la casa segura. Zaracho era el radio operador del grupo y había recibido un mensaje que había tardado en decodificar.

- Señor – dijo dirigiéndose al TN Silva – órdenes de la fuerza de tareas.

- ¿Qué necesitan?

- hay que ir a reconocer una base de avanzada que las fuerzas rebeldes acaban de montar a varios kilómetros de acá.

- OK, esta nos toca a nosotros, el jefe está bastante ocupado con el tema de El Fantasma. Prepárense, salimos en cuanto estemos listos.

Dos horas después, llegaban a un camino de tierra y dejaban los dos vehículos escondidos en una arboleda.

La patrulla, compuesta por el TN Silva, el SI Zaracho, el CP Acosta y el CI Silverio se preparó para realizar el reconocimiento. Se separaron en grupos de dos y partieron hacia los puntos desde donde realizarían las observaciones.



Portaviones ARA "6 de Octubre". 17 de enero de 1972 - 2100 hs.

Balker había reunido a todo el GAEV en la cubierta de aeronaves del portaviones. Pilotos, mecánicos, y armeros estaban atentos.

- Como saben, ambos portaviones están con averías que comprometen la seguridad de las operaciones.
Desde el fondo del grupo se escucharon voces hablando por lo bajo.

- Silencio. Ya se imaginan que no vamos a poder seguir operando desde la flota. Los dos portaviones se van a tener que ir a Italia lo antes posible. Pero antes, tenemos que descargar todos los pertrechos y trasladar las aeronaves hasta el aeropuerto de Larnaca, en Chipre. Desde ese lugar vamos a seguir operando.

Ceteu dio un paso al frente y, como jefe de operaciones, siguió el briefing sobre una carta colocada sobre un mamparo.

- Larnaca es el único aeropuerto que nos puede brindar apoyo en la isla. El resto de los aeródromos son extremadamente limitados. Vamos a recibir apoyo de las fuerzas locales. Al momento tenemos dos razones para seguir en el combate. Primero, la familia Ríos que aún no fue recuperada. Segundo, Turquía nos pide que mantengamos la presión en el sur del país. Desde que nosotros empezamos esta campaña, los rebeldes han tenido que distraer cada vez mas esfuerzos de los combates que están librando contra las fuerzas leales al gobierno turco.

Balker volvió a tomar la palabra.

- Mañana va a ser un día largo. Las aeronaves van a salir temprano hacia Larnaca y los pertrechos de los aviones van en helicópteros a la costa y en camiones hasta el sur de la isla. Las reparaciones en los buques se estiman que puedan durar unas dos o tres semanas.  No carguen cosas personales demás, de una forma u otra, vamos a volver a los portaviones.




Silifke, Turquía. 18 de enero de 1972 - 1100 hs.

La patrulla de Silva había regresado después de la salida del sol. Silverio tomó los rollos de ambas cámaras y comenzó a armar el paquete para enviarlos a la fuerza de tareas lo antes posible. Un operativo de la sección de inteligencia de la embajada los pasaría a buscar por un punto prefijado y a través de correos diplomáticos y mensajeros, estarían en la fuerza de tareas antes que cayera la noche.

El Capitán Precio había requerido a todos estar al mediodía en la sala de la casa segura. Todos aventuraron que debía tener noticias de El Fantasma.

- ¿Cómo les fue anoche? – preguntó el TN Juarez a Silva.

- Suponemos que bien, pudimos sacar muchas fotos. La base está bastante bien equipada, no es una base de avanzada como nos dijeron, es toda una base logística. Tienen polvorines, depósitos de combustible, facilidades de comunicaciones y helicópteros livianos. Además de eso tienen camiones entrando y saliendo todo el tiempo.

Precio entró acompañado por Rocha, se sirvieron un café de la jarra que estaba sobre la cocina y se sentaron.

- ¿Novedades? – dijo el CN.

- Sin novedades sr – repitieron los tres jefes de patrullas.

- OK, escuchen. Tenemos ploteado al hombre que tiene retenido al ingeniero argentino y a su familia. Está en una población costera, llamada Yenikoy. Desde ahí parte todos los días al lugar donde tendría retenidos a los Ríos. Nos vamos a ir para allá, la Embajada nos consiguió una casa segura en la zona. Guarden todo, nos vamos con los cuatro vehículos, no dejen nada en esta casa que nos pueda conectar.

Los hombres se levantaron y empezaron a guardar el poco equipo que tenían fuera de las mochilas y bolsos. Zaracho armó una bolsa roja y una bolsa negra sobre la mesa de la cocina.

- Atentos, documentos e información a descartar va en la bolsa roja, basura y desperdicios en la negra.

En silencio y con rapidez, todos los hombres terminaron de armar sus bolsos y los prepararon en los vehículos. Zaracho fue el último en salir, quemó la bolsa roja y removió las cenizas hasta no dejar mas que polvo. La basura la cargó con él en el auto y no la depositaría hasta haber llegado a una distancia de treinta kilómetros de la casa.

Los cuatro vehículos se prepararon para salir por distintos caminos, en dirección a Yenikoy.

Precio se juntó con todos y les dijo:

- A partir de ahora, no más español.

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#6
Portaviones ARA "6 de Octubre". 18 de enero de 1972 - 0900 hs.

La noticia había corrido como pólvora. Los chipriotas ofrecieron el aeropuerto de Nicosia para las operaciones aéreas. La enemistad de los chipriotas con los turcos era conocida. Era una oportunidad que no podían dejar pasar. La mala noticia es que el aeropuerto de Nicosia estaba abandonado. La pista estaba en excelentes condiciones, pero las instalaciones eran inservibles. El ejército chipriota había montado un centenar de carpas, reactivado un par de polvorines y limpiado los tanques de combustible. Los portaviones se dirigirían a Italia con dotación mínima y una escolta de dos destructores. Todo el personal no esencial para operar los sistemas de ambas naves había sido destacado a tierra y estaba colaborando con el armado de los sectores de trabajo



Nicosia, Chipre. 18 de enero de 1972 - 1700 hs.

Todos los aviones estaban en plataforma, los pilotos fueron acomodándose en sus carpas. El estado mayor ya estaba reconociendo las dos carpas de operaciones e inteligencia. En la plataforma, junto a los A-4, había once F-5E, listos para ser cargados con armamento y salir a volar.




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#7
Nicosia, Chipre. 20 de enero de 1972 - 1000 hs.

La plataforma del aeropuerto de Nicosia parecía un hormiguero. Mas de 400 personas bajaron de los portaaviones para apoyar las acciones del GAEV desde este aeródromo abandonado.

Los mecánicos trabajaban en tapar los agujeros que la artillería antiaérea había taladrado en las alas y estabilizadores de las aeronaves. Los armeros apilaban bombas y misiles detrás de los aviones, para empezar la recarga en cuanto fuese ordenado.

Un grupo de pilotos se dirigía a la carpa de operaciones. Ceteu y Sepe estaban cruzando los informes recibidos y graficando la situación en las cartas. Los pilotos del Grupo estaban ansiosos por saber que seguía y los mas antiguos estaban en la carpa buscando respuestas. Ceteu se adelantó y empezó a explicar la situación táctica.



- Los turcos leales siguen progresando hacia el sur. Retomaron la capital y están recibiendo apoyo logístico desde el Mar Negro. Los americanos se las han arreglado para usar la frontera con Grecia para pasar ayuda militar. Me imagino que los griegos no deben estar muy contentos de ayudar a los turcos – Ceteu buscó su caramañola, tomó un sorbo largo de agua y siguió.

- Los turcos lanzaron estas dos grandes ofensivas que se ven en flechas azules e intentan cerrar el cerco desde los extremos. El problema de eso es que las fuerzas rebeldes se van concentrando en el sector central del país y eso es cerca nuestro, directamente al norte de donde estamos nosotros.

Sepe le alcanzó un mensaje a Ceteu y después de leerlo miró a Balker y se lo alcanzó.

- Entre 10 y 15 destructores bajo comandantes rebeldes lograron pasar por el Bósforo antes de que las fuerzas leales controlaran ese paso. Serían todos destructores tipo Fletcher.

Balker bajó el mensaje y le dijo a Ceteu.

- Buscá el jeep. Vamos a ver al almirante.

Sepe y Ceteu agarraron las cartas, los diarios de guerra y los mensajes y salieron a buscar al conductor.



Lugar desconocido. 20 de enero de 1972 - 1245 hs.

El hombre estaba parado, pero su cuerpo, atado de ambas muñecas al techo, no podía adoptar otra posición. No sabía cuanto tiempo llevaba parado. Dos luces muy potentes destellaban frente a él sin parar. El mareo, el cansancio, el hambre y la sed y la falta de sueño habían convertido al ingeniero en un despojo humano.

De repente las luces destellantes se apagaron. Las luces principales se prendieron y tres personas entraron. Para su cansada vista y su fatigado cerebro, las personas que se movían alrededor de él eran sombras nebulosas, no podía entender que le decían, ni siquiera entendía si le estaban hablando a él.

Las cuerdas se aflojaron y sintió como dos personas lo ayudaban a moverse. Sintió que su cuerpo se apoyaba sobre un banco o silla. No tenías respaldo. El alivio se sintió inmediatamente en sus piernas. Delante de él pudo ver una mesa. En esa mesa había un plato con una comida similar en color y textura a la polenta. Tomó un poco con las manos y se quemó los dedos. La mezcla estaba extremadamente caliente. El olor de la comida hizo despertar su apetito como animal salvaje. Sabía que la comida estaba caliente, pero empezó a tomar pequeños puñados y a llevárselos a la boca. A medida que bajaban por su garganta sentía el calor que le quemaba el esófago.

El ingeniero no sabía si reír, llorar, gritar o seguir comiendo. Eligió seguir comiendo. De algún lugar que no pudo distinguir, apareció un vaso con agua. No llegaba a ver bien, pero lo tomó y se lo llevó a la boca con desesperación. Definitivamente era agua, pero con gusto raro. Podía sentir la textura de partículas con la lengua.

El hombre pequeño ingresó en la sala y se quedó mirándolo unos momentos. El ingeniero, luego de las breves horas de esperanza que había tenido cuando el hombre le dijo que iba a ser liberado, cayó en un pozo emocional del que no lograba salir.

- Buenas tardes, señor Ríos. ¿cómo está usted? – dijo el hombre pequeño.

El ingeniero no sabía que responder todo su esfuerzo estaba en evitar quedarse dormido, pero una parte de su atención estaba dedicada a su dilema mas inmediato. ¿Qué responder? Si decía que estaba bien su situación podría mantenerse indefinidamente, si decía que estaba mal, corría riesgo de recibir el escarmiento de los guardias.

- Señor... - El ingeniero no recordaba si el hombre pequeño le había dicho su nombre – señor, no se porque estoy en este lugar. Mi familia, no sé nada de mi mujer y mi hija.

- ¿Cómo se llama su hija? – preguntó el hombre pequeño.

- Fernanda. Mi hija se llama Fernanda.

- Su hija está bien. No está en este mismo complejo. No traemos niños a lugares como este. No somos salvajes. ¿sabe?

- Si, si, por supuesto – El ingeniero se acomodó en el asiento – ¿Y mi esposa?.

- Su esposa está con su hija, pronto podrá verlas. Pero antes necesito saber cuál fue su participación en la bomba colocada en la represa.

El ingeniero respondió rápidamente, no quería dar la ilusión de tener que pensar mucho las respuestas.

- Nada señor. Yo no tuve nada que ver con ello – El guardia que estaba detrás del ingeniero golpeó la mesa con lo que parecía una caña, haciendo un ruido similar a un látigo. El ingeniero saltó en su silla, presa del miedo.

- Ingeniero. No he hecho mas que intentar averiguar cuál ha sido su participación en esto. Nosotros sabemos que esos explosivos estaban bajo su control. No puede negar su participación.

- Ya le dije que yo no tenía la llave del depósito de explosivos. Lo manejaba el capataz de turno.

- Tal vez otro día colgado refresque su memoria ingeniero, vendré a verlo nuevamente mañana, espero que esté mes... comunicativo.

De forma casi inmediata los dos guardias lo volvieron a colocar en la misma posición que antes. Las luces del lugar se apagaron y se encendieron las luces destellantes nuevamente. Los gritos del ingeniero dejaron de oírse cuando los guardias cerraron la pesada puerta de acceso.

El hombre pequeño siguió caminando a través de un largo pasillo, salió del edificio y caminó con tranquilidad hasta un banco situado bajo una glorieta cubierta por enredaderas. Un hombre que lo superaba en medio metro de estatura se aproximó y se sentó bajo la misma glorieta, en el banco opuesto.

- No estoy contento teniendo a este prisionero en mi base, Fatoush.

- El hombre está a punto de quebrarse, mañana o a mas tardar pasado mañana va a reconocer cualquier cosa que le digamos. Ya casi estamos al final de esto.

- ¡Los argentinos están destruyendo todo!. Ayer destruyeron completamente la base logística de Badrul Budur. Sus infantes de marina lograron extraer a todo el grupo de civiles con el que viajaban esta familia. Sus aviones están atacando a diestra y siniestra.

- Tranquilo, amigo. Este hombre va a darnos la salida política de todo este asunto.

El hombre grande se relajó sobre el asiento y contempló el panorama. Estuvo pensativo por unos momentos y volvió a preguntar.

- ¿No te cansas de esto? Guerra en el Líbano, guerra en Palestina, guerra en Siria. ¿Cuándo fue la última vez que dormiste tranquilo?

- Ya no sé vivir de otra forma, Abdul – respondió El Fantasma, con la mirada perdida en el horizonte.

Abdul se paró y señaló con el dedo a un sector de la ciudad sobre una colina cercana.

- Ahí es donde mi papá tenía una zapatería. Yo sueño con el día en que pueda volver a las cosas simples. Los zapatos son simples, la gente que viene a comprar zapatos solo quiere eso. Zapatos, nada mas.

Fatoush seguía mirando el horizonte, soltó un largo suspiro y miró a Abdul.

- ¿Zapatos dijiste?



Yenikoy, 20 de enero de 1972 - 1330 hs.

El CP Ramírez estaba observando desde el techo de un viejo comercio. El largo visor óptico le permitía distinguir los rasgos de un rostro a esa distancia. Llevaba dos horas cubriendo la base. Los informes declaraban que la familia argentina estaba en este lugar. Todavía no habían podido confirmarlo. A su lado estaba el CS Yapura, quien había terminado el curso de buzo táctico apenas cuatro meses antes.

- Pasáme la botella de agua- dijo Ramírez en perfecto inglés a Yapura.

- Acá está.

El cabo segundo tomó la posta con el visor mientras el cabo principal se retiraba un poco detrás para estirar las piernas y tomar un poco de agua. Se moría por un mate, pero eso lo delataría como extranjero. No podía darse el lujo. Por ahora.

Yapura enfocaba a cada grupo de personas que veía, pero tampoco tenía resultado.

- Esta es la parte que no te cuentan en el curso – dijo el cabo principal – horas y horas de observar un posible objetivo.

- Atento. Grupo de tres personas que salen del edificio blanco con techo a dos aguas. Puerta oeste – dijo Yapura.

Ramírez miró a ojo desnudo, ubicó el edificio y enfocó con la cámara de fotos, manipulando el teleobjetivo hasta lograr enfocar los rostros. Sacó dos fotos, por las dudas.

- Esos son soldados. No son los que buscamos.

Yapura volvió a buscar y Ramírez volvió a su botella de agua.

- ¿Cuánto lleva trabajando con el Capitán Precio? – preguntó el cabo segundo.

- Lo conozco desde que él era capitán de corbeta, es un tipo duro. Mejor tenerlo de amigo.

- ¿Es verdad todo lo que cuentan de él?.

- Depende quien lo cuente. Pero míralo así. Imagináte que sólo la mitad de lo que cuentan sea verdad.

El cabo segundo resopló sin dejar de mirar al objetivo. Tomó aire para hacer otra pregunta pero tuvo que cambiar su discurso.

- Atento, edificio gris de dos pisos del norte de la base. De la puerta sur acaba de salir un petiso, me parece que ese es.

Ramírez soltó todo lo que tenía y fue directo a la cámara de fotos. Se olvidó de ubicar antes el edificio y le costó un poco encontrar el objetivo que le habían marcado – lo tengo, se acaba de sentar debajo de una choza cubierta de enredaderas.

- Confirmo. Se acaba de sentar en ese lugar. Estoy seguro que es El Fantasma – dijo el cabo segundo.

Ramírez empezó a sacar fotos como si el rollo fuera infinito. De repente, vio como un hombre mucho mas grande se acercaba al mismo lugar y se sentaba en el banco enfrentado a El Fantasma. Los dos hombres parecían estar hablando.

- ¿Quién es ese? – preguntó Ramírez.

Yapura dejó su visor y tomó la libreta de fotos que le habían alcanzado de la sección inteligencia de la embajada. Recorrió todas las fotos y en la segunda pasada se detuvo en una foto.

- Es el jefe de la base. Coronel Abdul Demir – respondió Yapura.

- Voy a cambiar el rollo de la cámara, no los pierdas de vista.

El cabo principal cambió el rollo como si fuera el cargador de una Sterling. En segundos estaba listo a retomar su tarea, cuando el cabo segundo emitió una nueva alerta.

- Atento, el grandote se paró y está señalando para acá.

No puede ser que nos vea desde ahí. Además tenemos el sol de espalda.

El siguiente minuto fue eterno. No hubo alarmas, no salieron vehículos de la base ni hubo nada que sugiriera que los hubieran descubierto. De todas formas, Ramírez activó su instinto de supervivencia.

- Juntemos todo y vámonos de acá. Tenemos mas de treinta fotos de este tipo. Juntá toda la basura, salimos en diez minutos.




Residencia del Embajador Argentino en Chipre. 20 de enero de 1972 – 1430 Hs.

El Embajador había cedido el primer piso de su residencia para el establecimiento del Estado Mayor de las Fuerza de Tareas. Los oficiales navales estaban todos sentados alrededor de la mesa de reuniones. Los indicios eran claros. Una flota de entre diez y quince destructores estaban en camino a la flota argentina, compuesta de solo seis destructores.

- ¿Opciones?- dijo el almirante.

El jefe de operaciones de la FT sacó una carta náutica y señaló dos sectores, al oeste de la isla de Chipre. Todo indica que van a llegar desde el oeste. Estamos con todos los sistemas de adquisición radioeléctrica en funcionamiento. El E-2 no había volado tanto desde sus épocas de la US Navy.

El almirante miró para el lado de los aviadores.

- OK. Quiero a todos los aviones en condiciones de salir con media hora de preaviso. Ustedes van a ser el escalón que pegue primero. No podemos hacer mucho contra quince destructores, pero si nos reducen esos números a la mitad, nuestros artilleros van a poder hacerse cargo de la tarea.

Balker tomó la palabra por todo el GAE

- Considérelo hecho, sr almirante.

Los oficiales se pusieron de pie y en pequeños grupos empezaron a preparar sus propios planes.

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Residencia del Embajador Argentino en Chipre. 8 de febrero de 1972 – 0830 Hs.

El Capitán de Navío Juan Precio entró a la residencia del embajador vestido de civil. La barba crecida le impedía el uso del uniforme. Un secretario de la embajada lo recibió y lo llevó hacia el comedor principal, donde se había montado la central de operaciones de la fuerza de tareas. Al ingresar a la sala, el almirante se paró y le dio la mano.

- ¿Cómo anda, Juan?, hacía rato que no lo veía.

- Muy bien señor, disculpe estas fachas, pero espero que entienda que no me traje el uniforme diario... ni el de gala.

- No se haga problema. Pero no le quiero robar tiempo. Cuénteme. ¿Cómo está todo de su lado? ¿Cuándo llegó de Turquía?.

- Ayer a la tarde salí en un ferry desde allá, esa fue la parte fácil. No sabemos si alguien sospecha de nuestra presencia así que tuve que realizar un cambio de documentos y ropa en una ciudad.

- Ok. Cuénteme que información me trae.

Precio sacó una mochila de lona azul que llevaba a su costado y empezó a sacar croquis, cartas y fotos. El Almirante llamó a su jefe de operaciones y a su jefe de inteligencia, para que lo asesoraran.

- Sabemos donde tienen al ingeniero Ríos y a su familia. Es una base de la inteligencia militar turca en un pueblo que se llama Yenikoy. Esta base tiene un muro que la rodea y dentro suele haber entre veinte y veinticinco personas. Pero al momento de entrar vamos a generar una distracción que haga salir a todos menos la guardia. Nos van a quedar unos ocho o diez para enfrentar.

- ¿Cuándo quiere ejecutar?.

- Nosotros estamos listos, tenemos observación 24 horas desde dos puntos, aquí y aquí – Precio señaló dos puntos colocados en un ángulo de 90 grados entre sí, con respecto al objetivo – sabemos que el interrogador que está detrás de esto sigue en la base. Es un antiguo terrorista palestino y está en la lista de los más buscados por el Mossad. No puede andar dando vueltas libremente.

- ¿ya sabe cómo van a atacar?.

- No tengo todos los detalles, pero la idea es atacar alrededor de las 19. Ese horario es el mejor porque los pocos soldados que quedan en la base ya están cansados y a esa hora en particular la mitad del personal de guardia se va a  cenar. Vamos a generar un incendio en una planta distribuidora de gas que está a unos kilómetros, para sacar la mayor cantidad de personas de la base. Vamos a entrar en vehículos y con máxima violencia. Esperamos que la acción no dure más de ocho o nueve minutos. De ahí vamos a escapar en vehículos y luego en dos lanchas en dirección a la flota.

- ¿Qué necesita? ¿Cómo lo apoyamos? – El almirante empezaba a sopesar posibles modos de acción.

- Necesito un buque a 20 millas de la costa para que nos recoja – Precio hizo una pausa, miró las cartas y buscó un mapa -  y necesitamos una cosa más.

- Diga – dijo el almirante.

Precio señaló un pueblo en el mapa.

- En este lugar hay otra unidad de inteligencia. Esta unidad tiene más personal y están a poca de distancia del punto de la costa donde vamos a embarcar en las lanchas. Estos desgraciados están en muy buena posición para interdictarnos. Ese lugar tiene que desaparecer de la faz de la tierra, pero tiene que pasar al mismo tiempo que nosotros entremos a liberar a esa familia. Si sucede antes, la guarnición de Yenikoy va a estar en alerta.

- Ok. Le autorizo su plan. Lo que le pido es que coordine los detalles con el jefe de operaciones. Afortunadamente, mañana en la semana están regresando los dos portaviones y voy a poder apoyarlo desde mas cerca que ahora.

- Recibido señor almirante.

El comandante de la Fuerza de Tareas se fue a buscar al embajador, iba a tener que mandar un télex cifrado a Argentina informando todo esto.



Yenikoy. 8 de febrero de 1972 – 1015 Hs.

Fatoush salió del galpón donde el ingeniero estaba retenido y se sentó en uno de los bancos. Prendió un cigarrillo y miró alrededor. Desde la distancia, a través de los binoculares parecían mostrar a un hombre tranquilo, disfrutando un descanso de media mañana.

El suboficial Rocha llevaba dos días observando la base turca. Conocía de memoria la rutina interna. Sabía que uno de los soldados se encontraba con una de las hijas del jefe de base, siempre después de la puesta del sol y desaparecían por media hora. Sabía que a las siete de la tarde se servía la cena y que los martes y los jueves la concurrencia era mayor que los lunes y miércoles. Empezaba a conocer a esa gente, gente que en unos días iba a tener que matar.

El hombre pequeño terminó su cigarrillo, se acomodó la ropa y volvió a entrar al galpón. Rocha pensó que no le molestaría para nada encargarse de ese hombre.

Fatoush cerró la puerta detrás de sí. El ingeniero esta listo para ejecutar su plan. El ingeniero Ríos iba a realizar declaraciones ante la televisión, reconociendo que el estado argentino, con el apoyo de los Estados Unidos había orquestado la catástrofe de la represa de Tunceli para detener la revolución turca. Esto ya no serviría para que otros países apoyen el movimiento revolucionario. La revolución había terminado. Ahora todo lo que quedaba era que el mensaje que el ingeniero argentino iba a grabar complicaría la posición argentina en el conflicto y le compraría tiempo a sus socios revolucionarios de escapar hacia Irán. Todo estaba listo.

Fatoush ingresó a la oficina del comandante de la base y se sentó en el sillón frente al escritorio.

- ¿Con cuantas tropas contamos hasta terminar en este lugar?

El comandante de la base levantó la vista y se dirigió a Fatoush

- Tengo un batallón de infantería acantonado a 8 kilómetros al norte de la ciudad y tengo a la base de apoyo con dos compañías mecanizadas a 4 kilómetros en dirección a la costa. ¿Qué es lo que te preocupa?

Fatoush sorbió un poco del té que le trajo un camarero y se tomó su tiempo en pensar.

- Los argentinos tienen al menos una compañía de infantes de marina con ellos. Tienen varios destructores y nos han atacado sólo desde el aire. ¿por qué?.

- Porque no saben donde estamos. Trajimos a esa familia al inicio de la revolución, antes que todos empezaran a tratar de buscarlos. Mis hombres son extremadamente leales y no han hablado con nadie.

Fatoush miró al comandante a los ojos por primera vez.

- Espero que así sea. Dependemos del secreto para esta última parte.



Aeropuerto de Nicosia. 8 de febrero de 1972 – 1345 Hs.

Todos los pilotos estaban sentados en la carpa de prevuelo. Las cartas estaban montadas sobre tableros de madera. El jefe de operaciones dio un paso al frente e inició su exposición.

- Señores, me acaba de avisar el almirante que pronto vamos a recuperar los portaviones. Hoy nos avisaron que ya se les están dando los ajustes finales y podemos asegurar que pronto los vamos a tener disponibles nuevamente.

La mayoría de los pilotos ya pensaba en la posibilidad de regresar a los camarotes y dejar de lado el catre y la bolsa de dormir que estaban usando.

- Estas últimas salidas que estuvimos haciendo terminaron por destruir el poco poder de combate que le quedaba a los rebeldes. Las fuerzas turcas ya se han hecho con el control de casi todo el país. Sólo queda un pequeño énclave donde la población es altamente favorable a la rebelión. Los altos mandos sublevados lograron escapar del ataque al puesto comando que hicimos hace unos días y están refugiados en la zona.

Ceteu se acercó a la mesa y tomó un sorbo de agua, antes de seguir.

- La mala noticia es que mantienen como rehenes a la familia Rios, pretendiendo que eso nos mantenga a raya de atacarlos en su posición final, mientras planean su escape hacia Irán, seguramente a través de Siria. La buena noticia es que sabemos donde están. Nuestras fuerzas especiales tienen el lugar vigilado desde hace mas de diez días.

- ¿Y que esperan para rescatarlos? – El recién llegado Guardiamrina Pastrana estaba parado señalando el mapa – Si saben donde están, deberían haberlos sacado.

Ceteu tomó otro sorbo de agua.

- La zona está llena de fuerzas rebeldes y nuestros muchachos son menos de – Ceteu hizo una pausa – son pocos. Por eso, ahora que las fuerzas turcas pelean las últimas millas para llegar hasta esta zona, nos restan sólo unas pocas salidas. En las primeras vamos a terminar de destruir las fuerzas remanentes e ir preparando el terreno para que la resistencia que encuentren las fuerzas especiales sea mínima. La última salida, va a ser el apoyo directo al rescate de la familia del ingeniero Ríos.

Mientras todos empezaban a levantarse para consultar las cartas y las fotos de inteligencia, Balker alzó la voz.

- esta va a ser la última salida desde Nicosia. Ni bien volvamos de la próxima misión, vamos a trasladarnos de vuelta a los portaviones. Todos deben verificar no dejar documentación clasificada en las carpas. El suboficial de inteligencia va a pasar con la cesta de documentos clasificados, para incinerar antes de volver a bordo.

GAE_Sepe

#9
Yenikoy. 12 de febrero de 1972 – 1430 Hs.

Fatoush estaba preparando los equipos de filmación, para registrar la falsa declaración del ingeniero. De repente el piso tembló. Del techo cayeron motas de polvo. Una de las cámaras se cayó al piso y la tapa que contenía el film se abrió. Salió corriendo por la puerta y se encontró con el comandante de la base.

- ¡Los argentinos están atacando a los refuerzos que estaban al norte! – La cara de desesperación del oficial turco era notable.

- ¿Saben que estamos acá? – replicó Fatoush, mientras observaba las columnas de humo negro que se asomaban detrás de las alturas que dominaban el norte de Yenikoy. Su pregunta fue impulsiva. Ya no quedaban muchos reductos donde buscarlos. Ya no había lugar donde esconderse.

- Por supuesto que lo saben. Por eso están atacando a lasa únicas tropas que podían cubrir nuestra retirada.

La cabeza de Fatoush corría a miles de kilómetros por hora. No se desesperó. Era la cualidad que lo había mantenido vivo en varias ocasiones similares.

- Lo del argentino ya no sirve. No tenemos tiempo ni de filmarlo ni mucho menos editarlo o distribuirlo. ¡Puta madre, estábamos tan cerca! – Fatoush empezó a considerar opciones. Si mataba a los rehenes y huía no tendría seguro. Si los dejaba vivos y los usaba como escudos, la huída sería más lenta y necesitaría mas vehículos. Fatoush llegó a la conclusión mientras se escuchaba el último bombazo del otro lado de las alturas.

- Preparen dos vehículos, uno para vos, con el ingeniero y otro para mí con la esposa y la hija. Sólo tenemos que asegurarnos llegar hasta Siria. Mis contactos se van a encargar del resto. Sólo tenemos que recorrer 200 kilómetros.

El comandante de la base miró al cielo y se llevó ambas manos a la cabeza.

- ¡Fatoush, los mejores vehículos que teníamos los mandamos a guiar las columnas de blindados!. Los argentinos los acaban de destruir. Solo me quedan vehículos con insignias y marcas. No vamos a poder recorrer ni 20 kilómetros en esos vehículos. Mucho menos cruzar la frontera.

El Fantasma empezó a sentir un poco de impaciencia (¿o sería desesperación?). Las opciones se agotaban, igual que el tiempo.



A menos de 2 kilómetros, el Capitán Precio observaba con binoculares de gran aumento la escena. En la base los soldados corrían de un lado a otro. Precio le devolvió los binoculares al Suboficial Rocha y se dio vuelta para hablar con el Capitán Juárez.

- ¿Qué sabemos del ataque aéreo a las columnas de vehículos?.

Juárez tomó el informe de patrulla que le había traído el Suboficial Zaracho.

- De los 30 vehículos que teníamos reconocidos sobrevivieron sólo 4.

Precio esbozó una sonrisa corta. Si el segundo ataque del día, sobre la base de Kalemli, era éxitoso, no iban a encontrar mucha resistencia en la base.

- Los aviones deben estar llegando el portaviones en los próximos minutos, tienen que rearmarse y en menos de dos horas van a estar de vuelta, para iniciar la última fase.

Juárez se dio vuelta y mandó llamar a Zaracho. EL suboficial tardó menos de 10 segundos en entrar a la habitación.

- Señor, tenemos todo cargado en las mochilas, lo que no entra está en la pila para destrucción. Estoy dejando cargas explosivas debajo de todo el material. Todo preparado para que explote cuando estemos atacando la base.... Mas o menos, no es una ciencia exacta.

Precio dio un paso al frente y se dirigió a todos.

- Salimos de acá en 20 minutos. No dejen nada que pueda dar a sospechar de nuestra presencia. Ya lo saben.

Nadie habló. No fue necesario repetir las órdenes o dar mas aclaraciones. Apenas 20 minutos después ya no quedaba nada ni nadie en la casa segura.



Portaviones ARA "6 de Octubre" . 12 de febrero de 1972 – 1540 Hs.

Los aviones enganchaban uno tras otro sobre la cubierta. Las dotaciones apenas llegaban a asistir a los A-4 en salir de la línea de enganche cuando ya estaba el siguiente en final, llamando la bola.

Los pilotos bajaban de los aviones y corrían para realizar diversas tareas, mientras las dotaciones rearmaban los aviones y reiniciaban los sistemas. Algunos aprovecharon los minutos para estirar las piernas en cubierta, otros se fueron al baño, la mayoría se fue a la sala de prevuelo a revisar cartas o a tomarse un café.

Tito y Sepe estaban sobre la carta del próximo objetivo.

- Tito, antes de atacar el objetivo tenés que verificar que todos estén en tiempo. No te preocupes por los numerales, vos hablá con los líderes y que ellos manejen los numerales. Ahí eliminaste la mitad de tus problemas. Después de esta misión vas a ser el nuevo jefe de escuadrilla. No podemos fallar.

Mientras tanto, Alma hablaba por intercom táctico con Balker, que estaba en el otro portaviones. Lo mismo, mirá esto, atento a aquello. Los nuevos jefes ya empezaban a saborear los nuevos puestos.

Señores, la hora – Gritó Ceteu - el primer grupo despega en media hora. Todos a cubierta.

De a uno fueron saliendo y subieron a la cubierta de vuelo, a los primeros aviones hasta los habían lavado un poco. Todos estaban rearmados de acuerdo con los parámetros de la nueva misión.

En menos de 40 minutos, las cubiertas habían quedado vacías nuevamente.



Yenikoy. 12 de febrero de 1972 – 1630 Hs.

Los soldados corrían de un lado a otro en la base. El comandante gritaba como desesperado a diestra y siniestra. La mitad de esos gritos ni siquiera eran órdenes, apenas insultos hacia sus propios soldados. Fatoush observaba y pensaba que así era como terminaban las cosas mal planificadas. Había confiado en la causa equivocada. No, se corrigió, la causa era correcta, la gente en la que había confiado era la equivocada. Los pensamientos corrían por su cabeza rápidamente, estaba en la peor de las situaciones posibles, aquella en la que él no tenía la iniciativa. Cuando esto le pasaba su cabeza iba directo al único miedo que nunca había logrado controlar. Su mente volvió a aquella tarde en el Líbano en que el único hombre al que temía casi lo atrapó. Sólo esperaba que el operador del Mossad no estuviera cerca en ese momento.

Fatoush se obligó a dejar de divagar en su cabeza. Se levantó de su lugar y se dirigió a un par de soldados que parecían perdidos.

- Ustedes dos. Salgan de la base y traigan el primer auto grande o camioneta que encuentren. Métanse en las casas, roben las llaves, lo que haga falta. Traigan un auto.

Los dos soldados salieron corriendo juntos y no llegaron dar diez pasos, cuando el sonido inconfundible de una explosión se oyó en la base. El ruido era sordo, proveniente de una explosión lejana. Todos miraron al sur y vieron la inconfundible columna de humo negro que se levantaba.

- Están atacando la base de Kalemli – Un teniente turco empezó a gritar como si la vida le fuera en ello.

La desorganización fue total. El teniente tomó algunos soldados, los subió a la columna con los últimos 6 vehículos que quedaban en la base y partió hacia Kalemli.

Fatoush se dio cuenta que todo estaba perdido antes de escuchar las detonaciones que provenían del norte.



Los comandos argentinos atacaron desde mas de 400 metros. Las ametralladoras de los vehículos atacaron los puestos de vigilancia y luego avanzaron rápidamente hacia el perímetro de la base.

Los vehículos avanzaron en dos columnas. La primera tomaba posición y cubría con fuego el avance de la segunda. Luego de intercambiar posiciones varias veces, las tropas habían llegado a la base. Dos lanzadores de cohetes derribaron el muro en sendos lugares, brindando el espacio para que los comandos ingresaran a pie en la base.

Los soldados turcos se organizaron rápidamente y tomaron posiciones a cubierto.

Los argentinos se dividieron en varios grupos, cada uno de ellos sabía qué hacer y adonde debía ir. El grupo del Capitán Precio, con él a la cabeza, se dirigió hacia el lugar donde el ingeniero estaba cautivo. Juárez y su grupo debían liberar a la esposa y la hija. Los dos pelotones restantes darían seguridad.

Fatoush retrocedió sobre un grupo de contenedores, tres soldados turcos abrieron fuego sobre la plaza central, sobre un punto en el que Fatoush no podía ver. No supo que pasó, pero los tres soldados turcos cayeron en menos de dos segundos. Retrocedió más entre los dos contenedores y escuchó a los atacantes pasar cerca. Iban corriendo en dirección sur, hacia la casa donde estaba la familia del ingeniero. Las tropas se alejaron lo suficiente, para permitirle salir con cuidado de su escondite. Se acercó a la pared exterior y usó una pila de escombros para trepar saltar del otro lado. Mientras se alejaba de la base se prometió elegir con mas cuidado su próxima aventura.

Los combates duraron menos de 10 minutos. Los comandos se reunieron en el centro de la base y montaron en los 6 vehículos, hacia la playa.



Desde 5000 pies de altura, los pilotos argentinos recibieron el mensaje del Capitán Precio. Los rehenes habían sido liberados y la base era blanco libre. Los líderes transmitieron las órdenes y los numerales cerraron filas. En menos de 20 minutos, la antigua base de Inteligencia Militar de Yenikoy era escombros.

Buque Logístico ARA "Patagonia". 12 de febrero de 1972 – 1815 Hs.

Dado que la familia había sido liberada por dos grupos distintos de comandos, la esposa y la hija estuvieron separados del ingeniero. Los comandos argentinos los habían protegido de los disparos, manteniéndolos pegados al piso de los vehículos y después en las lanchas. Recién en cubierta del ARA Patagonia pudieron reunirse. El ingeniero estaba en total shock, durante los casi treinta días en que había estado prisionero, nunca se le había dicho donde estaba su familia. Un grupo de médicos se los llevaron a la enfermería, para revisarlos.

Precio juntó a su gente en la cubierta de vuelo del buque logístico.

- ¿Novedades? – preguntó mirando a sus hombres a los ojos.

Los hombres empezaron a revisar su equipo personal. Uno por uno, le dieron el "sin novedad" a su jefe.

- El oficial de inteligencia va a pedir los reportes de todos. Vayan a bañarse y a comer algo, pero hagan el reporte hoy, no esperen a mañana.

Los comandos se empezaron a desbandar, cargando su propio equipo. La dotación del buque les habilitó una de las salas de internación vacías para que dejaran sus cosas y se alojaran.

Precio se dirigió al puente y le pidió al comandante que el helicóptero del buque lo llevara hasta el portaviones, tenía un cabo suelto que necesitaba atar.



Portaviones ARA "6 de Octubre". 12 de febrero de 1972 – 2130 Hs.

- ¿Para que quiere ir a Israel, Precio? – El almirante estaba perplejo, la operación había terminado, los rehenes habían sido recuperados sin daño y los diarios hablaban de como Argentina había sido instrumental en la recuperación de Turquía.

- Se me escapó el interrogador, señor. Tengo un contacto allá que me puede ayudar a encontrarlo.

- Esta ya no es nuestra guerra Juan. No estamos autorizados a seguir con las hostilidades en Turquía, mucho menos en otros países.

Precio pensó en sus opciones y ofreció una última propuesta.

- Señor, usted tiene que mandar mañana un Tracker a Haifa, por repuestos para los Skyhawk. Déjeme ir en ese vuelo y que el avión me espere hasta que yo termine de pasar información a mi contacto.

El almirante no estaba muy contento con la manipulación a la que lo estaba sometiendo el Capitán Precio, pero no encontró ninguna excusa para negarle el pedido.



Ciudad de Haifa. 13 de febrero de 1972 – 0830 Hs.

Los dos hombres se sentaron en el jardín del hotel. La playa de Haifa estaba a la vista. Un camarero se acercó y dejó un café, una botella de refresco y una bandeja con pan y hummus.

Precio tomó su café y bebió un sorbo corto. Sin dejar de mirar el mar frente al hotel se dirigió a su contacto.

- ¿Qué es eso que está tomando?.

El judío tomó un sorbo directo del pico de la botella.

- Es un refresco nuevo, se llama Burbujele. Lo hacen aquí mismo en Haifa. – Al dejar el refresco, el hombre tomó un pedazo de pan y lo embadurnó en una generosa porción de hummus.

- El fantasma se nos escapó en la frontera entre Turquía y Siria, entró a un restaurante llamado "Muchentuchen" y en minutos, Inteligencia le perdió el rastro. No me importa lo que le pase, pero no quiero que ese tipo termine en Argentina buscando venganza.

El judío miró a Precio, su cabello rizado y apariencia juvenil hacía que pareciera mas un hippie que un agente del Mossad.

- Yo he visto eso. Yo he hecho eso. Tu no quieres eso – dijo el agente del Mossad

Precio se levantó, saludó al hombre y salió en busca del auto que lo llevaría al aeropuerto de Haifa. Otra misión cumplida.

GAE_Sepe



Se publica el Killboard final de la campaña. Muchas gracias a todos por la buena onda y la presencia en cada misión.

Los resultados para Mejor Piloto de Caza y Mejor Piloto de Ataque fueron para el CN Balker y el CC Alma , rerspectivamente.